Me duele mucho la noticia de tu muerte porque, tal y como te lo dije una vez, yo te debo la vida. Mis padres me concibieron escuchándote de fondo. El poder de tu voz se encargó de lo demás.
¿Pero sabes qué es lo más bonito? Que no soy el único hombre de mi generación que puede decir lo mismo.
No es que tus canciones sean parte del soundtrack de nuestras vidas. Es que tú eres parte de nuestras vidas. Sí, tú, el cantante, el ídolo, el triunfador, pero también tú, el vicioso, el polémico, el perdedor.
Tu obra y tu vida son la fusión perfecta del amor y la soledad, de la alegría y la tristeza, del éxito y del fracaso.
Yo creo que por eso somos tantos los mexicanos que te amamos. Tú eres uno de los más grandes representantes de lo que somos, de nuestras riquezas, de nuestras contradicciones.
Si hubieras sido boxeador, hubieras sido un campeón sin corona. De hecho, acuérdate, por eso eres El Príncipe de la Canción, no el rey.
Y esto, que a las nuevas generaciones tal vez les suene tan extraño, fue una de las claves de tu éxito.
Tú jamás nos engañaste. Fuiste el más transparente de los astros de la música popular mexicana y ventilaste tu vida privada mucho antes de que eso se pusiera de moda, mucho antes de que fuera un negocio.
Por lo mismo, no me sorprende que se haya especulado tanto sobre ti en los últimos años. Lo que me sorprende y me duele es que todo lo que tiene que ver con tu muerte venga del extranjero.
No puedo creer que los grandes empresarios mexicanos, a quienes les diste a ganar tanto dinero, no hayan estado a tu lado en los últimos momentos, que no hayan sido ellos los encargados de producir, por ejemplo, tu serie biográfica.
Eso nos correspondía a nosotros, le correspondía a México. ¿Pero te digo una cosa? Esto te hace todavía más grande porque confirma tu posición en los mercados internacionales y porque refuerza el cúmulo de injusticias que siempre te rodeó.
Para bien o para mal en este país nos identificamos con los que sufren, con las víctimas, con las figuras como tú.
Por eso cuando estamos más tristes, cuando vamos al karaoke o simple y sencillamente cuando corre el alcohol, tus canciones son de las primeras que aparecen.
“Que triste fue decirnos adiós, cuando nos adorábamos más…”, “Espera, aún la nave del olvido no ha partido…”, “Pobre tonto, ingenuo charlatán…”, “Te lleno de besos y caricias mustias…”.
El dolor se nos da, José José, y a ti se te dio tanto que por eso se te hicieron tantos homenajes en vida.
No, y prepárate. Yo estoy esperando a ver lo que pase en los próximos días, en las próximas semanas, porque una estrella como tú no se puede ir así como así.
Tú no eras compositor como Juan Gabriel, pero lo menos que espero es un fenómeno tan multitudinario como ése.
Espero que los medios, las autoridades y las plataformas se pongan las pilas para despedirte como te mereces y, sobre todo, para que se te conozca y aprecie en tu real magnitud.
Gracias, José José, porque si existo es por ti. Gracias por lo generoso y caballeroso que siempre fuiste cuando me tocó entrevistarte. Gracias por todo lo que nos dejas.
“Pido un aplauso para el amor…” Pido un aplauso para ti, uno enorme, de corazón. Te quiere, Álvaro.
@AlvaroCueva