Yo ya no sé qué hacer para que la gente se dé cuenta de que lo de la pandemia está espantoso.
Y no, no se trata de que Andrés Manuel López Obrador sea el mejor o el peor presidente, de que Hugo López-Gatell sea bueno o sea malo, o de que gobernadores como “El Bronco” sean inteligentes o sean tontos.
Se trata de que cientos de mexicanos se siguen contagiando, de que decenas de hombres y de mujeres están muriendo.
Me importa un cuerno si somos el país con más o menos muertos del planeta, si ya le ganamos a Francia o a España, o si vamos a acabar peor que Estados Unidos.
¡Por el amor de Dios! ¡No estamos en el Mundial de Futbol! ¡No es competencia! ¡No es el típico pretexto barato para reforzar nuestra baja autoestima! ¡No es un meme!
Culpo al gobierno de México no de estar haciendo un mal trabajo en materia de salud. Lo culpo de estar haciendo un trabajo pésimo, imperdonablemente pésimo en materia de comunicación.
Sí, están muy lindas Susana Distancia y sus campañas de dibujos animados, pero si además de lindas fuera buenas, no tendríamos las cifras que tenemos en este momento.
¿En dónde está el error? En no darle el carácter de tragedia nacional a lo que está ocurriendo con el COVID-19 en México, en mal copiar las equivocaciones de otros países, en tratar al pueblo de México como estúpido y en no aprovechar la indiscutible grandeza de nuestros valores.
¿A qué me refiero con lo de la tragedia nacional? Se lo voy a explicar con un ejemplo. ¿Se acuerda usted de los terremotos de 2017? Nos dejaron alrededor de 400 muertos.
Esos 400 muertos fueron lo suficientemente contundentes como para que las banderas ondearan a media asta y el país entero se vistiera de luto.
En este momento, a diario, en México, mueren casi el doble de las personas que murieron en esos terremotos. ¿Y cómo están las banderas? ¿Y dónde está el luto?
¿Qué le trato de decir cuando le hablo de que mal copiamos las equivocaciones de otros países?
En que nuestras autoridades, por imitación, se la pasan bombardeándonos con números.
Ni usted ni yo somos un número. Somos personas. Tenemos un nombre. Tenemos una historia.
Si a las audiencias, en lugar de escupirle cifras frías e incomprensibles le dieran nombres y le contaran historias, no estaríamos como estamos. ¡Esto es una vergüenza!
¿Por qué le digo que nos tratan como estúpidos? Porque las campañas de dibujos animados del gobierno en contra del COVID-19 son una falta de respeto a la inteligencia de cualquier persona.
Sólo sirven para divertirnos, no para sensibilizarnos. ¿Por qué no se acercaron a los expertos de nuestras agencias de publicidad? ¿Por qué fueron tan arrogantes?
¿Y lo de la grandeza? ¿Qué es eso? Es la parte más dolorosa de esta historia.
Los mexicanos somos famosos por nuestra solidaridad, por nuestra valentía, por nuestros valores.
¿Por qué nuestras autoridades no aprovecharon eso para impedir que el virus se propagara? ¿Por qué manejaron todo esto de una forma tan agresiva, tan contradictoria, tan impersonal?
Es como si no nos conocieran, como si no confiaran en nosotros, como si se sintieran superiores.
Es un grave error que ha costado muchas vidas, que nos sigue contagiando y que tarde o temprano terminará por explotar. ¿O usted qué opina?