Política

Homosexuales divididos

Soy un orgulloso miembro de la comunidad LGBT de la Ciudad de México y ayer pasó algo bastante delicado:

No tuvimos una marcha, tuvimos dos, tuvimos tres, tuvimos muchas.

¿Y? ¿Qué tiene esto de importante? Un preocupante mensaje de división, de odio, de rivalidad.

Déjeme lo pongo en antecedentes para que entienda: en mis tiempos, la Marcha del Orgullo Gay era un evento muy rudo donde exigíamos derechos que hoy están más que resueltos y donde los asistentes nos exponíamos a que nos ficharan.

¿Por qué? Porque nos tomaban fotos, publicaban nuestros rostros en los periódicos a manera de exhibición, de denuncia, porque ser homosexual no era lo que es ahora. Era muy feo, pero se tenía que hacer.

Conforme fuimos conquistando nuestros derechos y ganando posición políticas, económicas y sociales, el tono de la marcha se fue convirtiendo en una fiesta, en un carnaval.

Gracias a ese conglomerado de eventos hoy se puede hablar de una marcha número 43 y no de una marcha 15, 27 o 31.

Pero nunca ha sido una marcha. La tendencia es que sean muchas.

¿Por qué? Porque hay grupos a los que no les gusta que esto sea “tan comercial”, porque sienten una suerte de imposición, de poder, y lo más importante de todo: porque hay agrupaciones que todavía están peleando por derechos que otras tienen resueltos.

Es muy triste tener que decirlo, pero para ellas, para ellos y para elles, es como si la marcha se hubiera quedado congelada en 1981 o 1987.

En 2020, por culpa de la pandemia, la espectacular marcha que vivimos en 2019 no se organizó como tal. Hubo una suerte de maratón digital desde los estudios de Canal Once.

¿Y qué fue lo que sucedió? Que tal y como se reportó en medios y redes sociales, nos faltaron los grupos que hicieron su marcha presencial.

¿Cuál fue la bronca? Ninguna. Las fotos son hermosas y el orgullo se manifestó lo mismo en la televisión y en los portales, que en muchas calles y plazas del centro de la capital de la nación.

Ahora en 2021, con la experiencia del año pasado, con muchos días de anticipación y porque la pandemia no ha terminado, se volvió a anunciar una marcha digital producida por Canal Once desde una locación hermosa en el piso 46 del WTC.

¿Pero qué pasó? Que comenzó una guerra de posiciones a través de distintos portales de internet. Algunas agrupaciones acusaban al comité organizador del evento “virtual” de tomarse atribuciones que no le corresponden.

Para no hacerle el cuento largo, esto ya no me gustó y no porque esté a favor o en contra de un tipo de marcha o de otro, porque percibí rencor, mala onda.

Perdón, pero yo no puedo permitir eso, no puedo permitir que se siembre la idea de que entre nosotros nos rechazamos, que nos discriminamos, que nos metemos el pie.

La riqueza de la comunidad LGBTTTIQA+ de la Ciudad de México es que no somos una comunidad, somos muchas comunidades.

Comunidades tan diversas y tan llenas de contrastes que terminamos por representar a toda la capital del país más allá del tema de nuestra orientación sexual y de nuestras expresiones de género.

Por eso somos importantes, porque no somos San Francisco, Nueva York ni Barcelona. Y si unas personas quieren marchar digitalmente, como lo hice yo, mientras otras quieren caminar hasta el mismísimo Zócalo, felicidades.

Aquí nadie es mejor ni peor que nadie. Aquí todos tenemos que salir ganando.

Por favor, no caigamos en provocaciones ni le hagamos el caldo gordo a quienes nos quieren ver separados.

Celebremos lo que pasó ayer en tantos espacios, en tantos lugares y ayudemos hasta que todos los grupos de todas las comunidades LGBT gocemos de los mismos derechos y obligaciones. ¿O usted qué opina?

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Álvaro Cueva
  • Álvaro Cueva
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  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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