Estoy muy enojado. Se me hace una absoluta irresponsabilidad la ausencia de críticas a las coberturas de Qatar 2022. Volteo a ver a la prensa especializada y se me cae la cara de vergüenza al descubrir que nos hemos convertido en publicistas de Netflix.
Hace años nos quejábamos del monopolio de Televisa. Ahora estamos en otro que, además, es extranjero. ¡Y lo celebramos!
¿Qué está pasando? ¿En qué momento dejamos de ser periodistas?
Ya ni siquiera me agobia la prensa del corazón. Me desespera la prensa en general, entregada más a lo viral que a lo periodístico, desesperada por inventar nuevos modelos de negocio cuando esto siempre ha sido y será periodismo. Sólo periodismo.
El domingo pasado tuvimos una final histórica en el Mundial de Futbol. En verdad fue un partido memorable que ameritaba algo más que lo que vimos en la mayoría de los medios de comunicación.
¿Por qué? Porque todo el mundo estaba más preocupado por bajar la persiana, por regresar a México y por salir de vacaciones, que por hacer una cobertura a la altura de ese momento y, lo peor de todo, del gran cierre de Qatar 2022.
¿Sabe cómo me sentí? Como con las telenovelas de los últimos años. Cuando se van a estrenar, nos las venden hasta el hartazgo, pero cuando se va a transmitir el desenlace, ya nadie hace nada.
Como ya se vendió, al diablo con ese título. ¿Y qué es lo más importante de las telenovelas? ¡El final! Exactamente igual a como sucede con los Mundiales de Futbol.
La única producción que se preocupó por cerrar con broche de oro, por hacer algo diferente, por tirar las casa por la ventana y por generar algo que trascendiera fue “Futbol picante” de ESPN (cable y Star+).
¿Y qué fue lo que estos genios de la comunicación hicieron? El reencuentro de José Ramón Fernández con su archienemigo El Hooligan, el legendario personaje de Andrés Bustamante.
Sí, después de 16 años estos titanes de las mejores coberturas deportivas internacionales se volvieron a juntar y aquello fue épico.
Ahí no hubo caos. Ahí no hubo improvisación (pero sí espontaneidad). Cada chiste estuvo planeado. Cada toma estuvo estudiada para que la edición embonara perfectamente.
Y es maravilloso ver que un líder tan feroz como el maestro José Ramón tiene sentido del humor. Y es una gloria constatar la grandeza de Andrés Bustamante.
¿Cuál es la nota? Lo paradójico que resulta, a estas alturas del siglo XXI, que la innovación esté en el retorno al origen. Que lo que se hacía en el siglo XX, en la vieja televisión tradicional, sea lo que supere a lo más vanguardista de la comunicación de hoy.
¿Qué más le puedo decir de las coberturas finales de Qatar 2022? Que urgen muchas juntas en todas las televisoras y casas productoras que participaron en esto para evaluar, felicitar, castigar y corregir.
Todas lo hicieron bien. Todas lo hicieron mal. ¿Sí me entiende? No hay nada peor en medios que la arrogancia.
Y sí es importante hacer esto porque el reto que viene para el Mundial de Norteamérica 2026 se antoja infernal.
Se lo voy a decir rápido: eso no va a ser Corea Japón 2002. Existen muchas, muy lamentables diferencias entre Canadá, Estados Unidos y México.
No hay una cultura norteamericana. Las mexicanas y los mexicanos seguimos siendo discriminadas y discriminados por nuestros vecinos del norte y nuestras economías no se parecen.
Si usted pensaba que la derrota de la Selección Mexicana en Qatar había sido una tragedia, espérese a 2026 con más partidos en más sedes y las comparaciones cuando se hable de instalaciones, de vialidades y de seguridad.
Tenemos que estar preparados a nivel deportivo y a nivel estadios, pero también a nivel político, social y, sobre todo, a nivel mediático.
¿Cuál va a ser la cara que le ofrezcamos al mundo en un país donde matamos a tantísimas mujeres a diario, donde la homofobia es el pan nuestro de cada día y donde el odio nos carcome como si se tratara de una enfermedad?
Fuimos muy buenos para atacar a Qatar montados en nuestra finísima bandera de defensores de los derechos humanos, ¿pero qué tanto lo somos en la vida real? ¿Cómo vamos a reaccionar cuando las televisoras de otros países nos restrieguen eso en la cara? ¿Con un chistecito?
¿Qué les vamos a decir? ¿Dónde vamos a esconder la cabeza? ¿Ahora entiende lo que le estoy diciendo?
Por eso era importante que cubriéramos bien Qatar 2002, que no dejáramos de criticar, que estimuláramos a la industria, pero no. Fuimos unos irresponsables y tarde o temprano pagaremos las consecuencias. ¿O usted qué opina?