Pido respeto para hablar de lo que pasó con Jesús Ociel Baena porque, ¡claro!, como era una persona no binaria, “seguramente su pareja y él se mataron el uno al otro”.
Porque como esta figura fundamental en la historia de México era de la comunidad LGBTTTIQ+, tiene que haber algo “sucio” detrás, algo “perverso”, algo “enfermo”.
Cuidado con las narrativas. Una cosa es informar. Otra, opinar. Y una mucho muy diferente distorsionar los hechos para vender, para escandalizar, para mover algoritmos.
Y no, no nos confundamos: no hay nada malo en vender. Lo malo es vender sin ética, sin profesionalismo, llevando la información hacia otro lado.
Como usted sabe, ayer se dio a conocer que encontraron el cuerpo sin vida de Jesús Ociel Baena.
Estamos hablando de “le primere magistrade no binarie” en toda la historia no sólo de nuestro país, de América Latina.
Ociel estaba moviendo cosas muy importantes para la inclusión de las personas LGBTTTIQ+ como las credenciales para votar para personas no binarias.
En la cúspide de la generosidad, este gran ser humano abrió las puertas del INE para la gente de la diversidad sexual a través de contenidos en redes sociales.
Hace unos cuantos días, en mi columna “Ojo por ojo” de aquí, de milenio.com, le escribí de esto porque muchas personas, comenzando por famosos comunicadores, se le fueron a la yugular a “este politique” por atreverse a hacer lo que hacía.
Lo menos que espero es que esos comunicadores, que esos influencers y que esos cibernautas que atacaron, se burlaron o se colgaron de Ociel para expresar sus prejuicios y mandar mensajes de odio, se disculpen.
Lo menos que espero, insisto, es que reconozcan que para lo único que sirvieron sus mensajes fue para alimentar el rencor hacia las personas de la comunidad LGBTTTIQ+.
Al momento del cierre de esta columna, no se sabe con certeza qué fue lo que pasó, por eso lo que estoy pidiendo en este momento es respeto para contar esta historia, una reflexión seria y profunda de lo que pasa cuando subimos textos, audios y videos a las redes sociales.
La muerte de Jesús Ociel Baena no es un chisme de ocasión, no es la nota roja del día. Es una verdadera tragedia que manda mensajes oscurísimos a nivel nacional e internacional.
Es el recordatorio de que en México y en muchas otras partes del mundo, las, los y “les miembres” de la comunidad LGBTTTIQ+ corren peligro.
¿Por qué? Por ser miembros de la comunidad LGBTTTIQ+, por no apegarse a las normas del heteropatriarcado, por no comportarse como “las buenas conciencias” quieren.
Es un retroceso histórico que nos recuerda que, a pesar de todo lo ganado, queda mucho por hacer, queda mucho por resolver.
Me uno a la pena de la familia, los amigos, los compañeros y los seguidores de Ociel. Me uno al duelo de mi amado colectivo LGBT.
Le solicito a las autoridades de Aguascalientes el esclarecimiento de este hecho a través de una investigación real que garantice un entorno de respeto y seguridad para las, los y “todes les persones” sin importar ni su orientación sexual ni sus expresiones de género.
Y a usted, como consumidor y creador de contenidos le ruego, de la manera más atenta, que enfríe la cabeza antes de hacer cualquier cosa con sus dispositivos, que medite a profundidad cada material que comparta o que suba a la red.
Justicia para Ociel. Justicia para todas, para todos y para todes. Respeto y justicia.