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La Conquista y la televisión

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Si no lo pudo ver el domingo pasado, a las 21:00, por el canal Capital 21 (21.1 de la CDMX), lo puede ver ya en YouTube sin importar si usted vive en Monterrey, Guadalajara o Buenos Aires.

¿De qué le estoy hablando? Del primer episodio de la serie documental La batalla por Tenochtitlan, un proyecto imperdible por todo lo que dice a 500 años de La Conquista.

¡Pues qué dice! “Detallitos” como que todos esos cuentos de la destrucción de la ciudad corresponden a las lecturas medievales de los europeos, inspiradas más en la historia de los judíos (por aquello de La destrucción de Jerusalén), que en lo que realmente sucedió.

“Sutilezas” como que la figura que tenemos de Moctezuma está manipulada, que él no era así, que nos lo pintan como se pintaba en aquel entonces a los reyes medievales cuya misión era “entregar el imperio”.

“Insignificancias” como que el desprecio que muchas personas sienten todavía por los indígenas viene del rechazo que los europeos que llegaron a lo que hoy es México entre 1519 y 1521 sentían por los campesinos de su país a quienes consideraban entidades “sin alma” y de “cara negra”.

¡Está muy grueso! Es una afrenta que se atreve hasta a descalificar clásicos inmensos como la Visión de los vencidos de Miguel León Portilla.

Lo que más celebro es que, en estos tiempos de austeridad, la única manera de poder concretar algo como esto fue sumando esfuerzos de Capital 21, del Gobierno de la Ciudad de México, de la Secretaría de Cultura, de Procine y Canal 22.

No es que se trata de una superproducción épica. Es que se hizo lo que se pudo hacer gracias al talento y la calidez de Pedro Salmerón, el conductor de este concepto que no sólo maneja muy bien la materia, sino que rompe con la figura del historiador en televisión.

Hasta antes de él, los historiadores, por acá, o eran señores trajeados poseedores de la verdad absoluta, o entidades irreverentes tratando de acabar con todo.

Pedro es alguien mucho más cercano al público, un hombre que va de huaraches por el programa con un respeto admirable y con la suficiente humildad como para reconocer que otros especialistas, como Guy Albert André Rozar Dupeyrón y Víctor Iván Gutiérrez Maldonado, pueden saber más que él.

Es una desgracia que una propuesta tan valiosa se haya hecho con tan poco dinero y sin la participación de un líder que le diera sentido cinematográfico a este gran viaje de Veracruz a la Ciudad de México.

¿Por qué? Porque estamos viviendo una pequeña gran época de oro de la producción de documentales en México y sí, el contraste con mucho de lo que se está haciendo es penoso.

Pero, además, porque la miseria brota de la pantalla y porque, a veces, se nota que como que alguien le dijo a Pedro: “ustedes pónganse a platicar y nosotros los grabamos”.

¡Y pues no! Aunque sea un ejercicio de televisión “real” tiene que ser profesional.

Los micrófonos se deben oír bien, las tomas deben estar iluminadas, los encuadres deben corresponder a algo, tiene que haber un ritmo, un cuidado en la edición. ¡Hasta tiene que haber maquillaje!

Aquí no hay nada de eso, no hay un discurso audiovisual y da lo mismo si el conductor hace una pregunta contundente o si le pide otra cerveza a la mesera.

El producto no está al nivel del contenido ni de los invitados.

Urge repensar La Conquista y más allá de las deficiencias presupuestales, aquí está mucho del mejor material para lograrlo.

Por favor métase inmediatamente a YouTube, ponga en el buscador La batalla por Tenochtitlan (¡Qué título tan más horrible!), mírelo y dígame si exagero.

Yo lo considero imperdible, pero creo que se pudo haber hecho mejor, que se pudo haber hecho bien. ¿O usted qué opina?


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Álvaro Cueva
  • Álvaro Cueva
  • [email protected]
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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