No hay plazo que no se cumpla y hoy vamos a tener el inmenso privilegio de vivir un estreno francamente extraordinario: “El señor de los anillos, los anillos de poder”.
Sí, es la anunciadísima, la esperadísima serie de “El señor de los anillos”, un original de Prime Video.
¿A qué me refiero cuando le hablo de un inmenso privilegio? Mire, yo no sé si usted es joven, vieja, viejo, latinoamericano o estadounidense, pero le voy a dar un dato.
Media humanidad soñó, en su momento, con llevar este glorioso universo literario al cine. ¡Hasta The Beatles! Está documentado. No es una apreciación personal.
Pero nadie pudo porque, objetivamente, este paquete de libros era tan, tan, pero tan de fantasía, que era imposible transformarlo en un espectáculo audiovisual.
Luego, años después, vinieron la trilogía de Peter Jackson y otras tantas películas más.
¿Sabe usted lo que representa para la industria de la televisión, para la industria del “streaming”, decir que hoy esto es una serie?
Señora, señor: es un sueño convertido en realidad. Es un acontecimiento histórico. Es un honor estar vivo para poder verlo. ¡Punto!
Le suplico que en su infinito dominio del cine, la televisión y el streaming, aprecie lo que le estoy diciendo. Prime Video se merece una medalla nada más por el atrevimiento de mover este monstruo de producción.
Pero, además, y se lo digo con mucho respeto, sin ningún tipo de interés en esta historia, se merece otra medalla, todavía más grande, por los magníficos resultados.
“Los anillos de poder” redefine los estándares de calidad del cine y la televisión, le da un nuevo sentido al adjetivo (en grado superlativo) buenísimo.
No es buena. No es buenísima. Es más que buenísima. Si J.R.R. Tolkien, la mente creadora de estas obras, viviera, no cabría en sí de la emoción, de la satisfacción.
Sí, yo sé que por ahí tenemos a un montón de expertos que no han visto nada, pero que están atacados de la rabia porque se supone que se tuvieron que hacer algunos ajustes por un tema de derechos autorales.
Pero la verdad es que, sin afán de molestarlos, “Los anillos de poder” cumple con todos los requisitos como para que la consideremos una obra maestra.
Perdón, yo sé que el nuevo deporte mundial es la insatisfacción y que ante los niveles de rencor en que estamos metidos los pocos ratitos de felicidad a los que podemos aspirar son los que tienen que ver con el poder destrozar lo que nos pongan enfrente, pero esta serie no tiene desperdicio.
No le voy a vender trama para no arruinarle la experiencia, pero de que la tiene que ver, la tiene que ver.
No va a dar crédito del monumento de espectáculo, de lo apegada que está, en términos audiovisuales, a la trilogía cinematográfica de los años 2000 ni de lo que estos genios hicieron con los guiones.
Todo fluye a una velocidad impresionante. Todo encaja a la perfección con las aspiraciones ideológicas de la actualidad. Todo es fantasía clásica.
¿Qué le trato de decir con esto? Que aquí, contrariamente a lo que se está manejando en casi todas partes, lo bueno es bueno y lo malo, malo.
Urgía volver a esto porque por haberlo olvidado tenemos el mundo que tenemos.
Estoy seguro de que “Los anillos de poder” será una pieza fundamental para regresar al buen camino. Estoy convencido de que esto enloquecerá a las multitudes de ayer, hoy y mañana.
Luche con todas sus fuerzas por ver “El señor de los anillos, los anillos de poder” a partir de hoy en Prime Video. Le va a gustar. De veras que sí.
Álvaro Cueva