
¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡Qué locura lo que está pasando en “Amanecer”!
Por un lado, ahí viene Julia (Andrea Legarreta) y algo me dice que va a regresar instalada en Demonio de Tazmania porque como le mataron a Aldo (Iván Arana), se le acabó la hormona, se le acabó el dinero. ¡Se le acabó todo!
Pero, por el otro, Alba (Livia Brito), nada tonta, después de volver a besar a Leonel (Fernando Colunga) ya se agarró a besotes con Sebastián (Daniel Elbittar). ¡Y la cacharon! ¡Y ahí va a pasar algo feo! ¡De mí se acuerda!
Por si todo esto no fuera suficiente, ahí vienen las pruebas de ADN. La de Atocha (Ana Belena) que quiere saber si Jovita (Patricia Reyes Spíndola) es su madre. Y la de Benigno (Omar Fierro) que quiere saber si Alba y Camilo (Nicola Porcella) son sus nietos.
¡Cómo se nota que en esos ranchos no hay televisión porque todos han tenido que ver con todos y cuando no, quisieran!
Ahí está mi pobre Fátima (Vanesa Restrepo) que pinta para ser la gran sorpresa de esta producción de Juan Osorio.
Ojo con este personaje porque en medio de tantos asuntos tan tradicionales, está abordando lo que millones de mujeres están sufriendo en estos momentos con la violencia de género.
Fátima no es la típica mujer golpeada de las telenovelas de antes. ¡No! Es la representación de muchos tipos de violencia y amo la manera como se está exponiendo su situación.
¿Por qué? Porque nos sirve para entender cómo se dan estas cosas, cómo se esconden, cómo se tienen que combatir.
Joaquín (Tiago Correa), su esposo, es un personaje muy complejo porque, según él, la ama y ella lo provoca. Eso no es amor y ella no está provocando a nadie.
¿Qué hay detrás de este hombre? ¿Cómo fue que se convirtió en esto? ¿Cómo fue que se convirtió en esto y nadie lo notó?
¡Qué interesante! ¡Qué gran historia! ¡Y qué bien se relaciona con todas las demás!
Lo de Jovita descubriendo que Fátima es víctima de violencia de género, cuando a ella, en su momento, le pasó lo mismo, es brillante porque, por el lado dramático, como está loca, nadie le cree y eso sube la tensión.
Y, por el lado social, como pertenece a otra generación, nos ayuda a entender las cadenas de violencia que han condenado a las mujeres desde tiempos inmemoriales.
Siento un gran respeto por esta producción de TelevisaUnivision porque sí, es muy clásica, muy romántica, pero jamás deja de ser una telenovela con un muy fuerte sentido social.
Además de esto, que es importantísimo, ¿qué me dice de lo del trastorno del espectro autista? No sé a usted pero a mí la historia de Tona (Emilio Osorio) me tiene impactado.
Está todo el desprecio de su madre, pero también está toda la esperanza de su relación con Malú (Valeria Santaella) y de su ahora amistad con Blas (Emilio Bravo).
Esa escena del discman fue de una belleza exquisita. Tona lloró hermoso y nos desgarró el alma.
Perdón pero eso le manda mensajes fundamentales a mucha gente que convive con personas del espectro autista. El sólo hecho de que se les tome en cuenta en una telenovela ya es enorme.
A propósito de escenas de llanto, en “Amanecer” pasa algo muy sintomático: los que más lloran son los hombres.
Dígame si no se le estrujó el corazón con la escena de llanto de Benigno. Creo que nunca había visto llorar a Omar Fierro. ¡Qué bonito llora! ¡Felicidades! En serio.
Aunque el que va a llorar lágrimas de sangre va a ser Íñigo (Ernesto Laguardia). Esa escena en la que Amapola (Catherine Siachoque) lo está embrujando fue como de gran película de terror.
Grandes actuaciones las de ambos. Gran dirección de escena. Gran cuidado en los detalles: la serpiente, la pócima, la paja. ¡Todo!
¿Ahora entiende cuando le digo que esto es una locura? Luche con todas sus fuerzas por seguir viendo “Amanecer” en Las Estrellas, VIX y Univision. Le va a gustar. De veras que sí.