En un momento donde las escuelas enfrentan retos complejos, el liderazgo educativo deja de ser una función jerárquica para convertirse en un ejercicio profundamente humano, ético y colectivo. Esta es la premisa que inspira “Liderazgo para el aprendizaje” de Alma Harris y Michelle Jones, una obra que interpela con fuerza a quienes nos desempeñamos en la dirección y gestión académica.
Este libro representa más que una propuesta teórica, es un llamado a transformar el liderazgo en una práctica compartida, al servicio del aprendizaje y no del control. Harris y Jones no hablan del líder como el individuo brillante que lo decide todo, sino como un agente que crea las condiciones para que otros lideren y aprendan. Es una mirada que desmitifica el poder y lo descentraliza.
El concepto de liderazgo distribuido, como eje central del libro, es particularmente revelador en contextos donde históricamente se ha depositado toda la responsabilidad institucional en una sola figura. En lugar de ello, Harris y Jones abogan por estructuras colaborativas, donde los docentes, estudiantes y equipos administrativos se convierten en protagonistas activos del cambio. Como gestora, confirmo que los entornos de aprendizaje más eficaces surgen cuando las decisiones se comparten y se alimentan de la experiencia colectiva.
El texto también enfatiza que liderar no es solo organizar o planear, sino generar culturas de mejora continua, orientadas al aprendizaje profundo. ¿Cuántas veces las instituciones educativas planifican sin considerar el impacto real en las aulas? ¿Cuántas veces se confunde la administración con el liderazgo transformacional? En este sentido, “Liderazgo para el aprendizaje” nos recuerda que ningún sistema educativo puede avanzar si no coloca el aprendizaje como su núcleo vital.
Leer esta obra es para reencontrarnos con el propósito esencial. Crear comunidades que aprenden juntas. Esto me lleva a reafirmar que nuestras estrategias deben ser integradoras y conscientes del poder que tiene una red de profesionales comprometidos con enseñar y aprender mejor.
Liderar para el aprendizaje no es tarea sencilla. Requiere desaprender viejas prácticas y y sostener conversaciones incómodas. Pero también es el camino más honesto y humano hacia la transformación educativa.
