Gestionar emociones es un aspecto clave de liderar el cambio. Cuando se trata de liderazgo, el cambio es una constante. Los líderes necesitan ser capaces de identificar y comprender sus propias emociones, así como las emociones de los demás, para liderar con éxito. Así que la gestión emocional es fundamental en el liderazgo efectivo.
Los verdaderos líderes fluyen y precisan nuevos líderes gestionando e identificando las emociones de su entorno.
Hoy en día no basta con ser solamente competente en habilidades, técnicas y de gestión, sino también en ser hábiles en la gestión de las emociones propias y las de los demás. En definitiva, los líderes deben desempeñarse bajo un entorno de adaptación. De esta forma son capaces de poner en práctica sus habilidades para determinar y permitir que las instituciones se desarrollen de manera exitosa. Adaptabilidad y conocimiento del contexto para contrarrestar los cambios no lineales.
¿En qué momento consideras el entorno para entender qué tipo de liderazgo se debe ejercer? ¿Realmente consideras el contexto en el que se desarrolla tu empresa para entender cómo debe evolucionar el rol del líder que se necesita en ese momento?
Cuando los líderes son capaces de gestionar sus emociones, pueden tomar decisiones más racionales y equilibradas en lugar de decisiones impulsivas basadas en las emociones. Además, cuando los líderes pueden entender y manejar las emociones de los demás, pueden ayudar a crear un ambiente de trabajo positivo y productivo, que impulse el cambio y lleve éxito a un equipo y a una organización. Esto implica que los líderes y miembros de la organización mantengan las habilidades sociales y emocionales que les permitan comunicarse de manera efectiva, para el mejor manejo de conflictos.
Las organizaciones, más que nunca, necesitan líderes que sepan transformar emociones en acción y generación de valor. Una organización emocionalmente inteligente, es hoy una organización capaz de liderar tomando en cuenta su entorno. De esta forma se gestiona el cambio y la organización se adapta rápidamente a los cambios en el mercado laboral en un mundo que es cada vez más complejo y dinámico.
Uno de los grandes retos del líder del siglo XXI es el de la humanización de los entornos laborales, y no la digitalización de procesos.