Enredados en las banderas de sus partidos y proyectos políticos antes que en las de sus naciones, el Presidente mexicano y los más rancios congresistas republicanos estadunidenses se han tomado en serio la ingente tarea de resucitar la ópera bufa con los parlamentos más delirantes que hallan en su repertorio, uno con alcance IQ 87 en el mejor de los casos en ambos lados de la frontera.
La última gracejada de este lado fue mandar a la guerra a Marcelo Ebrard para lavar la afrenta con la que los “mequetrefes” congresistas, montados en el elefante que da símbolo a su partido, han querido mancillar nuestra insigne soberanía con la baladronada de planear el envío de fuerzas gringas a cazar narcos en territorio mexicano por ser una amenaza terrorista para su virginal norte.
De aquel lado, un frenético Dan Crenshaw se graba lanzando todo tipo de acusaciones y burlas con un buen español, hay que decirlo, contra el Presidente mexicano y todo senador que se le atraviese, sea Ricardo Monreal, sea Héctor Vasconcelos, a quienes vincula afectivamente, amistad aclaro, con los barones de la droga. Se mofa y lanza sus “lol” tuiteros. Hasta podría ser chistoso el tipo, de ser estandopero.
Aquí con la sucesión adelantada y allá en los prolegómenos de las campañas para el relevo en la Casa Blanca, el asesinato de dos de las cuatro personas secuestradas en Matamoros por el Cártel del Golfo les vino como anillo al dedo, para usar la fórmula discursiva de una de las partes en conflicto, porque se convirtió en el ingrediente necesario para levantar el telón y abrir el fuego cruzado ante las audiencias de ambos lados del Bravo.
El criminal suceso del fin de semana pasado en Tamaulipas dio suficiente gasolina para mantener la hoguera encendida y al público entretenido, batiendo palmas a unos, mentando la madre a otros, mientras los presuntos enemigos tienen un ojo en sus virulentos interlocutores y otro en trackings diarios, midiendo cada ejecución de su tonta ópera bufa.
Alfredo Campos Villeda@acvilleda
