Este domingo 20 de noviembre iniciará el Mundial de Futbol masculino número 22, el cual moverá y paralizará a todo el mundo, sobre todo en México donde este evento deportivo atrapa y cautiva a gran parte de la población.
Donde los principales comentarios son en relación, a si los convocados por el “Tata” Martino podrán ser capaces de llegar al quinto partido, cuando en realidad la expectativa debe ser siempre de ganar el campeonato.
Pero más allá del romanticismo deportivo, y las emociones y pasiones que se van a desencadenar ya sea celebrando los triunfos o reflexionando las derrotas, lo que no puede ocurrir por ningún motivo son los actos de violencia provocado por los aficionados ganadores o perdedores.
Y por ello, la principal reflexión va en el sentido, de que estos eventos deportivos deben realizarse en países donde se garanticen los derechos humanos, donde se promuevan los derechos de las y los trabajadores, de todas las personas de la comunidad LGBTTIQ+, de las mujeres, de las diferencias de opinión y de expresión entre otros derechos.
Una deuda que se viene arrastrando desde el Mundial 2018 en Rusia (hoy en guerra), un país donde prevalecían los ataques a las y los defensores a los derechos humanos, así como leyes homófobas que perseguían y estigmatizaban a las personas LGBTTIQ+, ataques selectivos contra periodistas, entre otras.
En este mundial en Qatar, tenemos que mencionar los diversos abusos a los derechos humanos iniciando por la ausencia de derechos laborales para los miles y miles de personas migrantes, quienes construyeron la infraestructura básica y necesaria para su realización, como fue la construcción de los estadios de futbol, pero quienes sufrieron abusos generalizados, incluidas tarifas de contratación ilegal, robo de salarios, lesiones y hasta muertes como lo ha señalado en diversas ocasiones Human Rights Watch.
Un tema no menor es el caso específico de los derechos de las mujeres, en cuyo país prevalecen leyes, reglamentos y prácticas qataríes que imponen normas de tutela masculina discriminatorias, que niegan a las mujeres el derecho a tomar decisiones claves sobre sus vidas, además de prevalecer las condenas a base de latigazos o la lapidación.
Alfredo AlcaláTwitter: @alfreduam