Un altar para mis muertos. Y para los suyos. Para todos los otros, las otras, para los que no tuvieron consuelo y para quienes no fueron llorados. Para ellas y ellos que aparecieron en fosas, en la calle, flotando en albercas en mañanas que parecían dichosas. Para quienes fueron amados y dejan un rastro de sufrimiento a su partida. Y para quienes fueron apilados y quemados, para los que murieron gritando, las que murieron sofocadas, ahogadas.
Un altar para quienes nos enseñaron que la cama se tiene, la mesa se levanta y los trastes se lavan: esas cosas minúsculas que ahora nos permiten tener una casa medianamente ordenada, donde se puede vivir y escuchar música y recordar. Deshojé las flores anaranjadas para hacer un camino de la cocina a la cochera. Un camino anaranjado invitando a los espíritus a mi mesa: calaveras de dulce, cerveza, agua, azúcar, sal, mezcal, cigarros. Agua y azúcar y sal para los desesperados y melancólicos. Para quienes no encontraron una palabra de alivio y un responso para su peregrinar agridulce y triste. Y para quienes aún recuerdo latiendo en el centro de mis días: mis abuelas, mis abuelos, mis amigos.
Un altar para quienes durmieron con miedo y despertaron al incendio de la desesperanza. Un altar para quienes durmieron abrazados todas las noches y partieron cobijados por la mirada destrozada de sus hijos, de sus hijas, de sus nietos. Un altar para los que se fueron y no regresaron, para quienes se perdieron en altamar y quienes encontraron fuego y sangre en los caminos de los montes.
Un altar incluso para aquellos que no queremos recordar porque nos dejaron heridas que se abren cuando hace frío. Un altar para quienes fueron amadas y para quienes fueron odiados. Un altar para todos, para todas. Para mis muertos y para los suyos. Una luz para los que ya no serán recordados. Una luz para quienes no tienen un retrato. Una luz que es paz y es una palabra que ilumina nuestra memoria.
Un altar para quienes amamos. Un altar para quienes hacen falta todos los días en la mesa. Para ellas, para ellos, paz.