Estrechar los vínculos entre la escuela y la comunidad es una apuesta de la Nueva Escuela Mexicana. El fundamento curricular ha colocado como uno de sus elementos centrales a la comunidad como un espacio que se construye, deconstruye y reconstruye socialmente. La búsqueda de lo común donde se ponen en juego sentidos y significados es el aliciente para potenciar lo comunitario. Identificar las fortalezas y oportunidades se convierte en zonas de posibilidad para un tránsito hacia la transformación. Es necesario entonces que el posicionamiento de los involucrados (maestros, padres y madres de familia, alumnos y miembros de la comunidad) sea de participación y disposición para el abandono de las formas tradicionales que los anclan y los retienen en sus deseos y prospectivas de cambio y transformación.
Julián Rappaport (1981) introduce el concepto de “potenciación comunitaria” para referirse al proceso por el que las personas, las organizaciones y las comunidades adquieren o mejoran su capacidad de control sobre sus vidas (o sobre asuntos de interés específicos). ¿Cómo podemos desarrollar estas capacidades? Una estrategia la encontramos en el plano metodológico-didáctico que llevan a cabo las maestras y maestros cotidianamente a través de los proyectos comunitarios. Los proyectos se constituyen en dispositivos para el abordaje y tratamiento de múltiples problemáticas presentes en el entorno comunitario de las escuelas (zonas de posibilidad para la acción docente) y además son un vínculo entre el sentido de la escuela y el sentido de la comunidad.
Los proyectos comunitarios, en tanto dispositivos de transformación, convocan a la participación múltiple, van “más allá del aula y la escuela” y colocan a alumnos y docentes en situaciones donde los contenidos escolares cobran mayor significatividad y sentido en el aprendizaje. Son una herramienta para potenciar la identidad comunitaria, la organización y liderazgo, la cohesión grupal, la promoción de valores sociales e indiviuduales, así como la participación colectiva. Potenciar lo comunitario significa que las decisiones son más pensadas y que la responsabilidad compartida para lo educativo es la premisa que orienta cada una de las acciones que vinculan a la escuela y la comunidad. Así, la comunidad educativa cobra sentido de pertenencia para todos los que cohabitan en ella.