La construcción de propuestas didácticas para favorecer la lectura y escritura de textos implica necesariamente una serie de reflexiones que se deben establecer desde el principio, de tal forma de guiar los propósitos que se persiguen y que giran en torno a esta compleja actividad en los alumnos.
Generalmente escuchamos de voz de los maestros el término “Lectura de comprensión”, situación que considero errónea, pues de haberla habría otros tipos de lectura, además de que la lectura como actividad requiere de la compresión en todo momento, por lo que leer sin comprender lo que se lee, resulta una actividad sin sentido. En este sentido, considero que la comprensión de textos escritos se logra cuando el lector es capaz de establecer relaciones de significado entre lo que lee y su experiencia, o en la posibilidad de entablar una comunicación entre el que escribe y el que lee. Goodman (1996) nos dice que “La lectura, como cualquier actividad humana es conducta inteligente, las personas no responden simplemente a los estímulos del medio. Encuentran orden y estructura en el mundo de tal manera que pueden aprender a partir de sus experiencias, anticiparlas y comprenderlas. Los lectores desarrollan estrategias para tratar con el texto de tal manera de poder construir significado, o comprenderlo”.
El impulso a la lectura se hace presente en el ámbito escolar en los libros de texto o en los libros de biblioteca, apareciendo como una invitación a leer y escribir, así también la escritura aparece como proceso de construcción de textos, haciendo a estos materiales significativos para los niños. Entonces la escritura se presenta como algo que no es acabado o que solo tienen una forma de realizarse, se presenta como un medio de comunicación susceptible de realizar por cualquier persona, pero para ello se requiere de práctica constante.
En este tenor de ideas, considero importante retomar algunas consideraciones que en relación a la lectura y escritura establece Ana Teberosky (1996) como producto de sus investigaciones.
“1.- La idea de no considerar la escritura como una actitud subsidiaria de cualquier tipo de lectura o de copia, sino como una actividad en sí misma que se relaciona con la lectura con propósito explícito, el de leer para entender motivos, temas, figuras del lenguaje o del pensamiento.
2.- La idea de reconocer la precoz capacidad de los niños para escribir, a condición de aceptar como escritura aquellas no convencionales, ni ortográficamente correctas. Esta afirmación recoge el criterio pedagógico bastante aceptado de a escribir se aprende escribiendo.
3.- La idea de reconocer la precoz capacidad de los niños, para leer, a condición de aceptar como lectura las conductas de interpretación o de simulación de actos de lectura a partir de textos memorizados tanto como la decodificación convencional de los textos. Como podemos advertir cuando nos referimos al proceso enseñanza – aprendizaje implica la necesidad de hablar del alumno teniendo como elemento mediador al contenido. En razón a la lengua hablada y lengua escrita, se requiere que el docente conozca la relación que tiene con el sistema de la lengua en lo general, así como las características y elementos que subyacen en cada una de ellas.
Es necesario que en los alumnos se favorezca la enseñanza la construcción de sus propios conocimientos propiciando la autonomía para organizar y estructurar sus actuaciones.