Política

El examen de admisión a la docencia (I)

  • Apuntes pedagógicos
  • El examen de admisión a la docencia (I)
  • Alfonso Torres Hernández

Una de las estrategias de política educativa de la actual administración que ha marcado continuidad con políticas anteriores ha sido el proceso de admisión a la docencia en educación básica. La valoración multifactorial establecida considera la formación docente pedagógica, el promedio general de la carrera, cursos extracurriculares, la experiencia docente y la apreciación de conocimientos y aptitudes. Este último factor es el de mayor puntaje (30 de los 100 posibles) y se valora a través de un instrumento: el examen.

El examen de admisión se ha constituido en un elemento definitorio del ambiente que rodea a todo el proceso. Los aspirantes buscan y desarrollan estrategias diversas para “prepararse” para el examen: acuden a cursos, forman círculos de lectura, estudian por sí solos, forman grupos de WhastApp para compartir información, etc. El examen provoca ansiedad en muchos, desenfado en otros, indiferencia en algunos, pero siempre está presente, quizá por la cultura de evaluación que hemos construido en nuestro sistema educativo donde el resultado del examen es motivo reconocimiento o de desvalorización; de burla, de envidia, de castigo, de tipificación. Y es cierto, el examen nos clasifica. Tan solo recordemos el énfasis de la política peñista en la evaluación docente que tipificó el término de idoneidad para concluir que maestros eran idóneos y quienes no, con las consecuencias laborales previstas de premio o castigo.

Foucault, citado por Díaz Barriga (2001), menciona que “El examen combina las técnicas de la jerarquía que vigila y las de la sanción que normaliza. Es una mirada normalizadora, una vigilancia que permite calificar, clasificar y castigar. Establece sobre los individuos una visibilidad a través de la cual se los diferencia y se les sanciona. A esto se debe que, en todos los dispositivos de disciplina, el examen se halle altamente ritualizado….El examen lleva consigo todo un mecanismo que une cierta forma de ejercicio de poder cierta tipo de formación de saber….el examen se halla en el centro de los procedimientos que constituyen el individuo como objeto y efecto de poder, como objeto y efecto de saber” (M. Foucault, Vigilar y castigar, 1975).

Alfonso Torres Hernández

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