La elaboración de un escrito académico, particularmente cuando se trata de escritos extensos (ensayo, informes de investigación, tesis, tesina, entre otros) requiere y exige una cuidadosa atención desde que se piensan las ideas que se quieren expresar.
La elaboración de un buen texto escrito requiere de una comprensión amplia de la situación que queremos comunicar, además de poseer habilidades para reconocer cuáles son los elementos importantes del texto y así poder eliminar información trivial o información importante, pero que es redundante.
De igual manera, saber cuándo un grupo de unidades de información, términos o acciones se pueden agrupar bajo un término genérico que los incluya a todos; poder identificar las ideas principales de los segmentos del texto; poder integrar toda la información y expresarla con sus propias palabras; y presentar una versión coherente del texto.
Si tenemos en cuenta que el propósito esencial es que sea un escrito que comunique nuestras ideas con la mayor claridad posible, es pertinente que considere tres momentos-elementos en su elaboración: la disposición, la composición y la argumentación.
La disposición es la organización pensada de las ideas expresada en la estructura de un escrito. El desarrollo de una argumentación puede organizarse, fundamentalmente, siguiendo o bien una disposición deductiva, o bien una disposición inductiva. En la deducción, que es lo más frecuente, se va de la tesis a la conclusión: la relación de causalidad está orientada desde la causa a la consecuencia.
En la inducción, el sistema inverso al anterior, la conclusión representa el motivo para tomar en consideración la tesis: la relación de causalidad se orienta desde la consecuencia hacia la causa. Para la disposición es necesario organizar las ideas en función al tema y a la información con que se cuenta, así como guardar coherencia y articulación de apartados.
La composición se concibe como el desarrollo de un pensamiento o tema por medio del discurso. Es el contenido de las ideas. Es un proceso cognitivo complejo que consiste en traducir el lenguaje representado en discurso escrito coherente. Para hacerlo se debe contar con aspectos de ortografía, uso de léxico, arreglo sintáctico, comunicación de significados, estilo y coordinar una producción que tiene mucho de creativa y original. Hacer una composición es desarrollar un pensamiento o tema por medio del discurso. Se hace, pues, una composición siempre que se exponga una serie de acontecimientos realizados en un determinado período de tiempo; siempre que se representen fenómenos, hechos u objetos bajo todas las manifestaciones que los hacen apreciables.
La argumentación es la expresión de razonabilidad y de razonamientos cuyo fin es influir en el pensamiento y las acciones de otras personas, con el propósito de persuadir, convencer o demostrar alguna idea. Se trata de una serie de proposiciones articuladas en los que el emisor desarrolla un razonamiento para demostrar la validez de la idea que tiene sobre el tema que trata, esto es, una determinada tesis sobre un determinado tema que se intenta defender o discutir mediante el uso de argumentos y contraargumentos.
Aunque resulta evidente que, si se aspira a la eficacia comunicativa, el texto debe ser compuesto atendiendo a criterios de orden, claridad, precisión, etc., los textos argumentativos son, potencialmente, mucho más propensos a presentar dificultades de comprensión que otros. Un argumento es una razón para pensar ciertas cosas desde un ángulo distinto; expresa con ello una oposición a lo que constituye la opinión corriente y, por último, en cuanto respuesta, un argumento es una razón para pensar otras cuestiones.
Como podemos advertir, la pretensión en la elaboración de textos académicos es importante cuidar la claridad de nuestras ideas. Lo anterior se expresa en un ejercicio que cuida la disposición, composición y argumentación, y con seguridad siempre arribará a narrativas más coherentes, interesantes y con sentido.
Alfonso Torres