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Pelé

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  • Alejandro Maldonado

Tenía 8 años. Vivíamos en Ocotlán Jalisco. Veía los partidos de futbol en una tele de bulbos blanco y negro, de perilla manual para cambiar el canal, y había que mover la antena para captar la señal. Transcurría el mundial de “México 70”, y mi padre decidió llevarme al partido Inglaterra-Brasil en el estadio Jalisco, en Guadalajara.

Fue la primera ronda del Grupo 3 y Brasil logró imponerse con un solo gol de Jairzinho. Después de festejar acabamos a las afueras del hotel donde se hospedaba la selección brasileira. Recuerdo vagamente que por una ventana se asomaban los jugadores para saludar a los muchos que se congregaban para expresarles admiración y cariño. Mi padre les arrojó un balón nuevo de cuero mientras me sostenía en sus hombros pidiéndole que me lo firmaran. Llegué a casa con los autógrafos de Tostao, Rivelino y, por supuesto, Pelé, entre otras figuras.

El tiempo ha pasado; los recuerdos se agolpan, y como inevitablemente ocurre a todo ser humano, a Edson Arantes do Nascimento, “Pelé”, le llegó el momento de dejar su temporal morada terrestre. Poco más de dos años antes, el 25 de noviembre de 2020, cuando falleció Diego Armando Maradona, -con quién Pelé tuvo una relación de luces y sombras-, el “Rey del futbol” dijo: “Un día espero que podamos jugar al futbol juntos en el cielo”.

Sin importar raza, nacionalidad o nivel económico y educativo, todos en algún momento somos conscientes de que la vida no se acaba cuando nuestro corazón emite su último latido. El Cielo es un lugar real, y quienes están allí disfrutan de gozo eterno. También lo es el Infierno, un lugar de tormento inacabable.

¿Dónde quieres pasar tu eternidad? Dios nos ha dado libre albedrío y se debe tomar una decisión al respecto. Él ha hecho posible para cada ser humano el ir al Cielo. Le costó todo. Envió a su único hijo Jesucristo a rescatarnos, porque todos somos pecadores perdidos y destituidos de la gloria de Dios.

Pero en su amor para con nosotros, Jesús pagó nuestra deuda al sufrir el castigo que merecíamos sobre sí mismo en la cruz del Calvario. “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios”, 1ª. Pedro 3.18. Jesús nos lleva a Dios cuando creemos en Él. Entrégale tu vida; cree en Él y recíbelo en tu corazón.

Alejandro Maldonado


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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