Le recomendó el médico a aquel paciente que fue a verlo porque padecía insomnio. Lo curioso del asunto es que el hombre aquel era propietario de medios de comunicación.
Dejar de ver noticias, particularmente antes de dormir, es una buena recomendación para no aumentar la carga de ansiedad tan común en nuestra época. Pero lamentablemente eso no cambia la realidad de lo que ocurre a nuestro alrededor.
Pero no son solo los factores externos, es nuestro mundo interior el que suele darnos más problemas y desasosiegos. Quizá por eso se dice que cuando cada uno de nosotros se pone frente al espejo, estamos viendo cara a cara al peor de nuestros enemigos.
Orgullo, amargura, ira, lascivia, envidia, enemistades, resentimiento, odio, perversidad, egoísmo, pleitos, indiferencia, incredulidad, celos, inmoralidad, sed de venganza, codicia, mentiras, pasiones vergonzosas, malicia, deshonestidad, adulterios, fornicaciones. Tú y yo sabemos que la lista puede ampliarse mucho más. Por fuera podemos causar la mejor impresión, y por dentro la suciedad y podredumbre se acumulan.
La carga se hace cada vez más pesada. La culpa, vergüenza, remordimientos, desesperanza, y hasta el cinismo forman su banda que no concede tregua. Estamos rotos y vivimos en un mundo roto del que intentamos salir de mil maneras, para solo darnos cuenta de que estamos atrapados en una especie de callejón sin salida.
Escucha lo que nos dice Jesús. Él sabe lo que necesitamos: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor”. Lucas 4.18-19.
El hijo de Dios vino a este mundo con un solo propósito: Pagar el precio de nuestro rescate. Jesucristo nos ama a pesar de conocernos. Por eso fue a la cruz cargando con nuestros pecados. Allí Él fue juzgado y condenado en nuestro lugar sufriendo nuestro castigo. Pero no se quedó en la tumba; al tercer día resucitó y sentado a la diestra del Padre intercede por nosotros.
Ven a Él tal como estás. Pon tu carga a los pies de la cruz. Pídele a Jesús que te perdone y que sea el Señor de tu vida. Nunca te dejará ni desamparará. Cree.
Alejandro Maldonado
