La masacre de El Paso Texas ha puesto al presidente Donald Trump en el ojo del huracán. Ante la tragedia, dijo: “Nuestro país debe condenar con una sola voz el racismo, la intolerancia y el supremacismo blanco”. Interesante porque éste último ha estado vigente en EUA por más de 150 años.
Su nacimiento se vincula a la derrota de los confederados en la Guerra de Secesión, y el nacimiento del Ku Klux Klan en 1865. Su propósito inicial consistía en aterrorizar a la población de color, y evitar que participara en las elecciones.
El movimiento tuvo sus altibajos, y estuvo a punto de desaparecer en los años 30´s del siglo pasado, debido a una serie de escándalos y a una multa que se les impuso de 700 mil dólares por evasión de impuestos. Desde entonces las ideas supremacistas se pulverizaron, de tal manera que en la actualidad la ideología de odio, intolerancia y violencia de quienes se creen superiores al resto de los humanos, se concentra en redes sociales y sitios como 4chan y 8chan.
Este último, 8chan, fue creado por Fredrik Brennan como una especie de paraíso de la libertad de expresión; sin embargo, después del ataque en El Paso, él le dijo al periódico The New York Times: “Cierren el sitio..No le está haciendo ningún bien al mundo. Es completamente negativo... Los asesinos en masa lo están usando, pero parece que no les importa”, en referencia al actual administrador del mismo, Jim Watkins, a quien cedió el sitio en el 2016.
También hay que recordar que a raíz de los ataques terroristas del 2001, los esfuerzos y recursos del FBI y de otras agencias se concentraron en grupos radicales musulmanes como Al Qaeda y el autodenominado “Estado Islámico”, por lo que amenazas como el supremacismo blanco recibieron menos atención y financiamiento.
En cuanto a las armas: Gilberto Anchondo, -quien perdió a su hermanos y a su cuñada en la masacre de El Paso-, lamentó que nadie armado hubiese estado ahí para enfrentar al atacante de 21 años Patrick Crusius.
No es Trump ni las armas. El problema está en el corazón humano. Somos pecadores y malos por naturaleza. Necesitamos que Dios nos transforme. En la cruz del calvario Jesús pagó el precio de nuestra paz. Nos toca rendirnos a Él, y recibirle en nuestro corazón. Cree en Jesucristo y lo verás.
