Parece algo que solo podría ocurrir en una película de Hollywood, pero este es un caso real y sorprendente. La viceministra de Defensa de Ucrania, Hanna Maliar, dio a conocer ayer la historia de un soldado que luego de un combate quedó, literalmente, con una granada rusa sin detonar al interior de su pecho.
Andriy Verba, experimentado doctor del ejército ucraniano, decidió operar al soldado para extraerle el artefacto a pesar de que su propia vida y la del personal que le asistiría corría grave peligro. Durante la cirugía no se utilizó la electrocoagulación, -procedimiento para evitar una hemorragia de corazón-, por temor a que la energía eléctrica pudiera detonar la granada. Contra todo pronóstico la operación concluyó con éxito, y el paciente, cuya identidad no fue revelada, se encuentra estable. “No todas las heridas en la zona del corazón son letales", dijo después la viceministra Hanna Maliar.
En un sentido más profundo por sus consecuencias eternas, todos nosotros tenemos una enfermedad cardiaca mortal: “No hay justo, ni aun uno”, Romanos 3.10. “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”, Romanos 5.12. “Engañoso es el corazón del hombre más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”, Jeremías 17.9. En nuestro interior hay maldad; dentro de nosotros mora la perversidad; somos pecadores perdidos y urgidos de ayuda: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”, Romanos 3.23.
Exteriormente podemos aparentar lo que sea, pero nuestra vida interior es bien conocida por Dios, y como Él nos ama, estuvo dispuesto a enviar a Jesucristo a salvarnos. Para lograrlo, al gran médico divino traer perdón a nuestras vidas le costó la vida. Nuestros pecados “explotaron” en su cuerpo sobre la cruz: “Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él”, Isaías 53.5.
Parafraseando a la viceministra, “no todas las heridas del corazón son letales”. Jesús dijo “consumado es” luego de pagar por todos nuestros pecados. El Cristo resucitado demostró en la cruz que anhela salvarnos. Vuélvete a Él. Acepta su perdón; pídele que cambie tu corazón y te dé una nueva vida.
Alejandro Maldonado
