Este largometraje producido por Walt Disney Animation Studios es del 2013, así que espero no “spoilear” nada con lo que a continuación te contaré.
La Princesa Elsa de Arendelle, tiene poderes mágicos para hacer hielo y nieve. Jugando con su hermana Ana, Elsa la hiere golpeándola con su poder en la cabeza. Sus padres, los reyes de Arendelle, llevan a su hija a una colonia de trolls y su líder, Grand Pabbie la cura, borrándole recuerdos y agradeciendo que el golpe no hubiera dado en el corazón de Ana: “La cabeza puede ser persuadida, pero solo un acto de amor verdadero puede transformar el corazón”, sentencia en la película.
En la vida real es relativamente fácil cambiar en nuestra mente de parecer; pero, cuando el corazón “se va congelando”, solo un acto de amor verdadero nos puede salvar. La mala noticia es que nuestro corazón ya ha sido “golpeado”, y se va endureciendo al paso del tiempo.
El pecado afecta profundamente nuestro corazón, mismo que corre el riesgo de morir congelado: “Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.”, Marcos 7.21-22.
Ahora bien, con todo lo que pensamos, decimos y hacemos, ¿crees que somos dignos de un acto de verdadero amor que transforme nuestro corazón? Siendo sinceros la respuesta es: No. Y es aquí cuando nuestro Creador dice algo impactante: “Pero Dios que es rico en misericordia por su gran amor con que nos amó”, Efesios 2.4. Es sorprendente que a quien más hemos ofendido, es quien nos ama de manera exuberante: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”, Romanos 5.8.
Dios puede encontrar en cada uno de nosotros razones suficientes para aborrecernos y castigarnos eternamente; y al mismo tiempo ve en su amado hijo Jesucristo razones suficientes para salvarnos. Nada podemos añadir a lo que Jesús hizo por ti y por mí en el Calvario.
Cualquiera que sea tu condición acude a Jesucristo. No existe abismo del que no te pueda rescatar. Cree en Él; pídele que te perdone; que venga a morar a tu corazón y que te salve.