Cultura

Mi cabeza, la habitación de los otros…

  • Pa'no molestar
  • Mi cabeza, la habitación de los otros…
  • Alejandro Evaristo

Las manos tiemblan. La decisión es indefectible y la voz se quiebra.

Todas las palabras surgen después de los oídos abiertos porque hay turnos para hablar y escuchar y ahora son las 3 de la mañana y afuera hace frío y los gatos se encuentran allá, en un sitio que no es aquí.

Luego será de mañana y la cama estará vacía y el café caliente será también un recuerdo de otras mañanas y tazas rebosantes de aromas a montaña y lluvia y frutos rojos. No habrá posibilidades de otras charlas antes de dormir ni jarras vacías de agua en la cómoda del lado derecho en la habitación, o en la alfombra de la recámara o en la mesa al costado de la cocina.

La pantalla del televisor no ofrecerá más documentales y el camión de la basura no esperará las enormes bolsas plásticas semanales y las contadas monedas cayendo a la base metálica del bote colgante en la palanca de control para el contenedor mecánico.

El área de estacionamiento seguirá vacía y el enorme guardián dejará de esperar la apertura de la puerta para recibir la tradicional caricia en la cabeza o el beso a la distancia.

Las ventanas quedarán abiertas y las hojas del jardín ajeno seguirán en el patio junto con los frutos del peral y los recibos acumulados de todo lo que había antes.

Sí. Las palabras se quiebran y las decisiones surgen…

***

Se supone que debe abrir los ojos porque es hora de despertar, pero no puede. Es como si los párpados hubiesen desaparecido y en su lugar solo hubiera absolutamente nada. Entonces intentaría llamar a alguien, pero recuerda la soledad atada a su muñeca y calla. De cualquier forma no habría podido ver una boca en su rostro porque no hay dónde ver su rostro en esta nada sin ojos y sin boca para pedir ayuda a nadie.

Intenta pensar en algo para ausentarse de la pesadilla pero no es posible, no hay forma de poder hilar un pensamiento y una duda y un mal sueño en un espacio desconocido, silencioso y traumatizante en el que no sabe si hay alguien más para pedir ayuda pero ¿cómo hacerlo sin voz propia?

Al parecer sentir es más fácil y el verbo se usa así, al aire, porque no hay certeza en la percepción de sensaciones si no hay forma de comprobarlas, evaluarlas, asimilarlas o enfrentarlas. Pese a ello no hay temor, ni desesperación, ni ansiedad, ni angustia… una hermosa canción, sin duda, aunque no recuerda haberla escuchado y cae en la cuenta: tampoco puede oír.

¿Lo mejor? Acaba de ver un barco de papel navegando en aguas frías y a punto de atorarse en un montón de lirios, cerca de las ranas y la pestilencia de sus sonidos. Es una extraña aventura salir de la nada hacia un estanque con montones de primaveras despertando en este invierno. Debe comentarlo, pero a veces es difícil ser otra voz y habitar en la cabeza de alguien que ya no quiere escuchar.

Prefiere intentar abrir los ojos que están donde no hay más párpados, pero el silencio impide volar con estas manos atadas de muñecas inexistentes y solitarias; ni siquiera podría hacer ruido para despertar a las otras voces…

***

Al fondo del tazón todavía hay un poco de café frío y él ya no quiere hablar. Prefiere un poco de infusión de las de antes, las de jazmín en noches amargas.

Desea tomar el recipiente y al extender la mano se da cuenta de todas las heridas en las yemas de los dedos. Qué extraño, no ha tomado, usado, manipulado o roto absolutamente nada que pudiese representar un riesgo para sí o para otros.

¿Y los otros, estarán bien? Quizá debería echar un vistazo por la ventana y ver el atardecer en el jardín y pensar en ello con una buena taza de café caliente y cargado, sin azúcar, porque dicen que así se disfruta mejor. Endulzar algo puede resultar agradable al paladar, sin duda, pero no siempre; “todo exceso es malo”, dicen.

Como sea. Decide abrir los ojos y olvida. Toda la habitación gira alrededor de un tazón con un poco de café frío y un enorme gusto por guardar silencio porque hay demasiado ruido dentro de su cabeza y el dolor en las yemas de los dedos es insoportable y continúa sin saber cómo están los otros y le enloquece no poder regresar al principio de esta tarde… antes del consultorio…

Alejandro Evaristo

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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