Cultura

Desnudez y trozos de papel

  • Pa'no molestar
  • Desnudez y trozos de papel
  • Alejandro Evaristo

Invierno tiene las noches oscuras y los fríos más provocadores. Es la estación favorita de quienes aman su soledad y están dispuestos a olvidarla por otra persona a cambio de absolutamente nada porque así lo han decidido.

Las soledades, todas, han logrado formar un selecto grupo de acompañantes siempre dispuestas a mantener la cercanía, la disposición a la escucha y el rechazo al olvido porque eso hacen las amistades: entender, colaborar y crear un cúmulo de complicidades para concretar el desconocido plan, cualquiera que este sea.

Lo mejor son sus enseñanzas: aprende uno a amarse, a conocerse, a detectar todo riesgo de traición en el entorno y todos los oníricos alrededores de un grupo al cual no se desea pertenecer en realidad, aun cuando el vuestro nombre está en la lista de los selectos invitados a las horas y horas de falsedad e hipocresía tan comunes desde hace tiempo.

Son las mejores amigas, siempre están dispuestas y solo hablan cuando es necesario. Las soledades son enormes capas de fortaleza para enfrentar los climas, interior y exterior, e incluso para elegir entre diversas opciones la más favorable a repentinos anhelos y caprichos.

Por eso tienen espejos en sus rostros y algunas ocasionales sombras bajo sus pies cuya presencia permite recordar que en algún sitio hay luz…

***

Son las 3 de la mañana.

Por la apertura breve en la ventana abierta se escurre el frío y empapa todo, casi como el sudor al cuerpo luego de este sueño donde resulta frágil cabalgata de otros sueños hacia ti.

En esta madrugada debo cambiar los ropajes por primera vez porque es imposible mantener lejos la vigilia luego del resultado de la transpiración.

Ahí estaba el rostro de la niña sonriendo, con sus manos resecas de esfuerzo alcanzando, recuperando, tratando de unir todas las piezas de una mujer esparcidos por quién sabe cuántos sitios y pensamientos.

Caminé demasiado buscándoles, arrebatándoles de los hocicos de terribles bestias dispuestas a engullirlos y los puse a disposición de la pequeña con un poco de cariño para unirlos y un mucho de contento por observar el resultado.

Una pieza no lograba hallar y desesperé. Escalé una enorme montaña de ego para observar desde esas alturas todo el valle y sus alrededores y ahí estaba, protegiéndose tras la luna. Me acerqué con cuidado para no ahuyentarle y le ofrecí llevarle con sus otras corporeidades. Aceptó a regañadientes.

La chiquilla parecía feliz al verle pero también dudaba en torno a la oportunidad de regresarle a su sitio, ¡fue una verdadera proeza convencerle!

Cuando por fin ocupó su importantísimo papel en la maquinaria de ese cuerpo, la mujer despertó y sonrió, al menos por un momento.

La vida, según Pedro Calderón de la Barca, es sueño; libertades aplicadas para mofarse de aquello llamado destino.

La niña y la mujer huyeron juntas allá donde el sol despierta inmensos atardeceres de violetas y jazmines y yo, por más esfuerzo realizado, apenas podía seguirles el paso… en ningún momento las perdí de vista...

***

Las manos entumecidas apenas pueden mantenerse en movimiento y los ojos de esta oscuridad tratan de observar cuál será el siguiente paso.

No hay material suficiente para cubrir los restos de mi piel y la espalda sangra nuevamente porque alguna de mis manos alcanzó las costras y rascó sobre la resequedad del llamado fluido de la vida para liberarle otra vez.

Sonrío ante las ocurrencias del Morfeo y sus estúpidas bromas mientras reclamo a la sensatez su falta de disposición.

Cubro la desnudez apenas con trozos de papel a la piel y pedacitos de esperanza al alma. Quizá no logre protegerles totalmente del frío, pero mis soledades estarán a salvo y yo podría mantener la cordura suficiente para alejarme de este invierno.

Sigo soñando y ahora recorro mil templos en busca de batallas para contenerme. Luego despierto y caigo en la cuenta: acá hay un vaso con agua y un poco más allá un pedazo de piedra con los restos de lo que fui antes, cuando aún no llegabas tú…

Alejandro Evaristo
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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