No cabe duda de que el show es el show. Los migrantes indocumentados ocuparán una nueva prisión en una zona rodeada por caimanes y serpientes.
Se trata de 100 kilómetros cuadrados en despoblado, donde solo hay una pista aeroportuaria, prácticamente sin uso. Un sitio cercano a Miami, Florida.
El plan es albergar ahí alrededor de 5 mil detenidos. Los primeros llegarán este martes.
Los más entusiasmados con el proyecto son la secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kristi Noem, y el gobernador republicano de Florida, Ron DeSantis.
El Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) ya hizo publicidad al respecto. Muchos creyeron que era una broma, pero es una realidad.
La fotografía, elaborada con inteligencia artificial, muestra a tres caimanes con gorras de agentes migratorios.
Autoridades de Florida la califican como “eficiente y de bajo costo”, porque la naturaleza proporcionará buena parte de seguridad.
La prisión se conocerá como Alligator Alcatraz (el Alcatraz de los caimanes), en referencia a la prisión frente a la ciudad de San Francisco, que hasta hace unas semanas era un museo y Trump busca reabrirla como cárcel de máxima seguridad.
El proyecto de Florida apunta a la bukelización de la detención migratoria. Es atractivo. Es un show. Pero también es inhumano.
Organizaciones defensoras de derechos humanos y ambientalistas han protestado sin que sus demandas sean escuchadas.
La realidad es que si el gobierno de Trump, con el apoyo del de Florida, ya se propuso meter ahí hasta 5 mil personas, lo hará.
Sin que se precise si el delito de vivir en aquel país sin documentos es suficiente para merecer tal aislamiento, peligros de la naturaleza y condiciones extremas de calor y humedad.
México debe actuar para evitar que alguno de nuestros paisanos caiga ahí, pero la asesoría legal de los consulados no tienen los recursos suficientes y ya hasta la app diseñada para que los migrantes pidan apoyo tuvo fallas. Ni hablar de la clase de representantes consulares en la zona, dos ex gobernadores chiapanecos. El más cercano, Rutilio Escandón, cónsul en Miami, con cero experiencia diplomática.
¿México se pronunciará al respecto o pedirá más pruebas de la infamia? ¿Un caimán devorando a un migrante, tal vez?