El presidente Andrés Manuel López Obrador fue anfitrión el fin de semana de un encuentro con mandatarios de Latinoamérica para hablar de migración. Los invitó a Palenque, Chiapas, donde con guía de lujo (Diego Prieto, director del INAH) les dio un tour por la zona arqueológica. Degustaron platillos típicos con la condición que siempre pone Presidencia: que se vea austero, aunque cueste caro.
La reunión se desarrolló en una palapa donde los mandatarios estuvieron cómodos y frescos. Todos mostraron su preocupación por la cantidad de migrantes que transitan por el continente rumbo a Estados Unidos, país al que quisieron culpar de lo que pasa en los suyos.
Arribaron en camionetas de lujo, acompañados por sus comitivas y escoltas, incluidos militares. Con outfits impecables, pantalones de lino, guayaberas y algunos hasta con sombrero.
Bien vestidos y cuidados, se pusieron a trabajar en la ruta para impulsar el desarrollo económico y bienestar. Conocen y comparten el diagnóstico: “se trata de un asunto humanitario que se origina por la falta de oportunidades, empleo y bienestar”, les dijo el presidente mexicano.
México se puso la etiqueta de país receptor, olvidando a los miles de migrantes que buscan el llamado sueño americano a diario. Aseguraron que aquí se les cuida, pero que son muchos los riesgos que enfrentan, sin mencionar las extorsiones de los agentes de seguridad o migratorios y las detenciones ilegales como la que motivó la muerte de 40 migrantes en la estación migratoria de Ciudad Juárez.
Colombia y Panamá se mostraron preocupados por lo que pasa en la selva del Darién, donde los migrantes enfrentan peligros de la naturaleza y del crimen organizado. Ninguno se apuntó para, por ejemplo, disminuir los riesgos de transitar por esa zona garantizando la seguridad.
Para los asistentes, Estados Unidos debe aportar más al desarrollo, destinar menos a las armas y guerras y quitar sanciones a Venezuela y Cuba, que no dijeron ni pío de la responsabilidad que tienen de las condiciones en que vive su población.
El presidente mexicano criticó la militarización que está haciendo Texas de su frontera, sin hablar de la propia, y mostró su preocupación del posible retorno del Partido Republicano a la Casa Blanca, sin referirse a su “amigo” Donald Trump.
La visita no incluyó la crisis que enfrenta Tapachula, ahí mismo en Chiapas, donde 4 mil migrantes de esas nacionalidades están varados. Claro, está a más de 400 kilómetros y son como 10 horas de carretera. Será para la próxima.