
Hay un antiguo proverbio africano que dice “Ojalá que cuando la muerte te encuentre, te encuentre vivo”. Este sabio consejo nos recuerda que a veces vivimos tan en automático que nos olvidamos de disfrutar las cosas buenas, aunque sean pequeñas, de la vida.
Esta semana, en el podcast de Nayo Escobar, escuché la historia de mi buen amigo Alberto de la Fuente, quien fue secuestrado durante 290 días en una caja sin contacto humano alguno. Juntos, reflexionaron sobre cómo a menudo damos por sentadas cosas tan simples como mirar al cielo, sentir el viento en nuestra cara, disfrutar de un baño o saborear un plato de comida. Y, aunque Alberto recalca que él vivía consciente de su suerte y bendiciones, todos estos detalles tomaron un tinte más profundo y significativo desde el día que salió de la caja.
No asombrarnos por esos detalles que la vida nos da de forma gratuita, que son chispas que nos mantienen vivos, nos apaga poco a poco. Muchos de nosotros parecemos zombies, trabajando y viviendo en modo automático sin gozar de lo bueno que nos rodea.
Para evitar esto, quiero compartir algunos consejos de estilo de vida que considero básicos para reconectar con nosotros mismos. Así, el día que la muerte nos encuentre, nos encontrará vivos y disfrutando de la vida que
nos rodea:
1) Hacer ejercicio al aire libre: Esto no solo mejora nuestra salud física sino que nos conecta con la naturaleza, reduciendo el estrés y aumentando nuestra energía vital.
2) Tener una mascota: Cuidar de un animal nos saca de la rutina y nos da picos de dopamina y gozo. Las mascotas nos ofrecen una compañía incondicional y nos enseñan a apreciar el presente.
3) Cocinar nuestros alimentos: Preparar comidas con ingredientes naturales nos nutre de forma integral. La misma naturaleza nos da vida a través de los alimentos frescos y saludables.
4) Tomar el sol por 10 minutos al despertar: Esta técnica, utilizada por deportistas de alto nivel como Cristiano Ronaldo, avisa a nuestro cuerpo que el día ha comenzado, regulando nuestros ritmos circadianos y mejorando nuestro estado de ánimo.
5) Ver el atardecer: Investigaciones sobre los ciclos de sueño indican que contemplar el atardecer ayuda a nuestro cuerpo a prepararse para el descanso, promoviendo un sueño más reparador y profundo.
Espero que nadie tenga que pasar por lo que vivió Alberto en una caja. Su historia nos recuerda lo esencial de no dar por sentado lo que nos rodea. Cada nuevo día nos brinda miles de oportunidades de sentirnos vivos, solo debemos ser receptivos a ellas. En nuestra búsqueda constante de metas y logros, a veces olvidamos que la vida se compone de pequeños momentos que, al final, son los que realmente importan.
El proverbio africano nos desafía a revaluar nuestras prioridades y vivir plenamente sintiendo asombro y valorando lo sencillo. Es una invitación a reconectar con nuestro cuerpo y nuestra mente, y a entender que la verdadera riqueza no está en lo material sino en la capacidad de maravillarnos por lo que tenemos aquí y ahora.
No se trata de una vida perfecta, libre de problemas, sino de una vida plena compuesta de experiencias, aprendizajes y conexiones significativas. Así, el día que la muerte nos encuentre, nos encontrará celebrando cada instante, cada sonrisa y cada logro, por pequeño que sea.
En definitiva, vivir más y mejor no es una meta distante, sino una práctica diaria de gratitud, conexión y presencia.