Espectáculos

La relación entre no escuchar bien y una muerte prematura

Alfredo San Juan
Alfredo San Juan

La pérdida auditiva que las personas pueden sufrir conforme avanza la edad se encuentra relacionada con una gran variedad de problemas de salud que reducen la expectativa y calidad de vida. Cuando uno de los sentidos que reciben información sobre nuestro entorno comienza a fallar, la comunicación entre el ambiente externo e interno se ve afectada y, aunque me centraré sólo en la audición, esto también sucede con la vista, el olfato, el gusto y el tacto.

Perder la audición trae afecciones físicas y psicológicas que, por lo general, se presentarán de forma lenta y progresiva. Lo anterior hace que estos cambios pasen desapercibidos pues el cerebro comienza un proceso para adaptarse y sobrellevar la situación y lo hace dedicando más energía a poder escuchar bien, lo cual disminuye su capacidad para realizar otras funciones cognitivas.

La pérdida auditiva, que antes se pensaba exclusiva del adulto mayor, se está presentando en edades cada vez más tempranas. Estar expuestos a sonidos fuertes de forma voluntaria (música, festivales, usar audífonos) o involuntaria (por trabajo o el lugar donde uno vive) afecta de manera grave la audición. Otras causas, como ciertos tipos de infecciones, pueden traer el mismo efecto sin importar la edad de las personas. La hipoacusia, término médico para referirnos a este fenómeno, es un mal que no podemos darnos el lujo de ignorar.

Es importante (y urgente en muchos casos) realizar una evaluación auditiva, pues la pérdida de audición puede ser consecuencia de diversos padecimientos graves, pero silenciosos. Por ejemplo, en muchas personas esto se relaciona con hipertensión mal controlada, ya que al subir la presión en los vasos sanguíneos se dañan aquellos que rodean el canal auditivo. Esclarecer la causa de pérdida de audición es clave pues, en un caso como el anterior, el tratamiento de hipertensión podría revertir la hipoacusia y, más importante, evitar un desenlace fatal como un infarto.

Otra razón para evitar normalizar la hipoacusia, en especial en adultos mayores de 50 años, es porque puede ser uno de los primeros signos de alerta de un declive cognitivo o demencia. La forma en que las señales del sonido se traducen en mensajes que logremos comprender dentro de nuestro cerebro depende de que la conexión entre las neuronas sea de calidad. No poder comprender lo que alguien dice o ser incapaz de escuchar sonidos de manera clara, podría ser indicativo de problemas neurológicos mayores que, si son detectados y tratados de manera temprana, tienen mayores tasas de éxito.

Ahora, pensemos que ninguna de las anteriores es la causa del declive auditivo que tú o alguien cercano a ti está experimentando, si no que éste comenzó por otra de las razones ya mencionadas o la edad. Aun así, debe ser tratado para que no progrese. Una consecuencia de la falta de audición en las personas es el aislamiento, pues suelen evitar situaciones en las que se requiera conversar con más personas, así como lugares donde el bullicio les impida comprender lo que los demás están hablando. Esta imposibilidad para comunicarse de manera adecuada causa tanta frustración que los lleva a desarrollar ansiedad y hasta depresión, factores de riesgo para infartos, enfermedades cerebrovasculares, diabetes y, por consecuencia, muertes prematuras.

Entonces, ¿qué hacer? Lo primero es recibir una evaluación auditiva por medio de un especialista. No todas las pérdidas de audición tendrán el mismo origen o tratamiento, por ello, ante la sospecha, una breve evaluación —menor a 30 minutos— podrá dar una respuesta y un camino a seguir. Algunas veces las personas tienen miedo de lo que el médico vaya a concluir, les da pavor pensar que pueden tener una enfermedad grave, pero quedarse en la incertidumbre es peor ya que al recibir un diagnóstico o, una explicación, también trae consigo diferentes opciones de tratamiento y un plan de acción para preservar lo más posible este sentido.

Yo sabía, desde los 21 años, que había comenzado a perder la audición en mi oído izquierdo (fue una combinación entre genética, una infección y mi pasión por escuchar a Foo Fighters a todo volumen). Me avergonzaba un poco de la situación y era bastante incómodo para mí asistir a lugares con mucho ruido de fondo pues me imposibilitaba escuchar a los demás. Eso contribuyó de gran manera a mi ansiedad que, además aumentaba cuando tenía que dar una conferencia o entrevista, pues el miedo de no entender lo que me decían y la vergüenza de pedir a las personas repetir las oraciones era terrible. Ya lo había logrado manejar, pues dominaba el arte de leer los labios de la gente con la que convivía, pero no fue hasta que se hizo obligatorio el uso de cubrebocas que acepté que no podía seguir así. El doctor Diego Cavazos, después de evaluarme, me explicó cómo se había afectado mi capacidad auditiva y me propuso diferentes alternativas para preservarla lo más posible. Desde entonces, con la idea de vivir más y mejor, utilizo un auxiliar auditivo que me permite escuchar sonidos que ya había olvidado.

Hoy puedo asegurar que haber tenido mi evaluación con el doctor Cavazos de INAUDI y aceptar utilizar un aparato auditivo, me ha comprado años y calidad de vida que no sabía que estaba perdiendo. 

Ale Ponce*

*Experta en Nutrigenética y Medicina del estilo de vida.


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Ale Ponce
  • Ale Ponce
  • Experta en ciencia e investigación de la nutrición con destacadas habilidades en el campo de la nutrigenómica y los alimentos funcionales. Vasta experiencia en el área de nutrición clínica y administración educativa. Publica su columna Vive más y mejor todos los lunes.
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