
Todos tenemos esos hábitos que, aunque sabemos que no nos hacen bien, seguimos repitiendo.
Revisar el celular hasta la madrugada, porque es el único momento en calma. Fumar uno o dos cigarros al final del día. Tomarse una cerveza para desconectar. Comer papitas o tomar refresco porque reconfortan. No somos máquinas. Somos humanos.
Sabemos que fumar se asocia a enfermedades cardiovasculares, que el alcohol —incluso en pequeñas cantidades— eleva el riesgo de cáncer de mama y colon, y que la mala calidad del sueño afecta nuestras hormonas.
También entendemos que los alimentos ultraprocesados, ricos en azúcar y grasa, aumentan el riesgo de hipertensión y desórdenes metabólicos. Pero aún así, hay algo que nos lleva a repetirlos: el placer inmediato. La dopamina que se activa. Esa sensación de alivio, aunque sea momentánea.
Entonces, ¿Cómo se transforman estos hábitos sin caer en la rigidez?, ¿Cómo se cambia sin dejar de disfrutar la vida?
Te comparto cinco pasos para empezar ese cambio de forma amable, realista y sostenible:
1. Sé honesto contigo
Haz una lista de los hábitos que te gustaría cambiar. No todos a la vez. Solo reconócelos. Puede ser el azúcar en tu café, dormir muy tarde, fumar, tomar alcohol los fines de semana, o comer pan blanco en lugar de integral. El primer paso no es eliminarlos, es mirarlos con honestidad.
2. Sal del “todo o nada”
Pensar que solo hay dos opciones —o lo hago perfecto o no lo hago— es el camino más corto al fracaso. No necesitas dejar el refresco para siempre, pero sí puedes pasar de cinco a tres por semana. No se trata de erradicar todo lo que te gusta, sino de aprender a disminuirlo sin castigo.
3. Revisa tu progreso cada tres meses
El cambio verdadero es lento. Y por eso vale tanto. Cada trimestre, haz una pausa. Pregúntate: ¿me siento mejor?, ¿qué pequeños ajustes puedo seguir haciendo? Tal vez al principio cambiaste el azúcar por miel, y ahora estás listo para tomar el café sin endulzar. Lo importante es avanzar, aunque sea poco.
4. No todo se tiene que ir
Quizá conoces a alguien que toma una copa de vino todas las noches y vive feliz y saludable. Lo importante no es ese hábito aislado, sino el balance. Tal vez esa persona duerme bien, hace ejercicio y come verduras todos los días. Un hábito no define tu salud, pero muchos juntos sí. La clave está en moderar y compensar.
5. No busques ser perfecto
La perfección no existe y perseguirla solo desgasta. Lo que sí puedes lograr es equilibrio. Vivir más y mejor no requiere eliminar todo lo que disfrutas, sino encontrar una forma de disfrutar con conciencia. Como siempre digo: “De lo bueno, un poco más. Y de lo malo, lo menos siempre será lo mejor.”
Hoy es un buen día para empezar. Da ese primer paso. Tal vez se trate de tomar más agua. Dormir media hora antes. Comer fruta en lugar de frituras. Cambiar el castigo por la compasión. Y cuando lo hagas, te darás cuenta de que vivir más saludable no es una obligación, es un regalo.
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