Todos lo veíamos venir... o bueno, parece que todos menos el PRI.
El actuar de Leobardo Soto Martínez responde a un patrón de conducta que repite en cada elección, por lo menos desde el 2010, cuando el eterno líder de la CTM apoyaba en público al priista Javier López Zavala, pero por debajo de la mesa, buscaba congraciarse con el entonces candidato panista, Rafael Moreno Valle.
Ya en el gobierno, fue por todos conocido que no paraba en alegorías, aplausos y alabanzas al gobierno morenovallista.
Si algo no podemos negar, es que Leobardo Soto fue visionario y calculó con exactitud la desgracia del navío en medio del océano, es decir, que el PRI era un buque en proceso de hundimiento y que lo mejor era abandonarlo para escapar a otro barco mas estable.
Fue así como en el 2016, Soto Martínez y la fuerza cetemista decidieron apoyar a Antonio Gali Fayad, en lugar de robustecer la campaña de Blanca Alcalá Ruíz. Y es que la organización sindical de Soto había sido beneficiada por Gali en dos momentos distintos: Cuando era secretario de Infraestructura y en 2013 cuando se hizo alcalde de la capital.
Después vino una tercera traición, al momento de apoyar a la candidata del PAN, Martha Erika Alonso, en lugar de impulsar la campaña de Enrique Doger Guerrero, una campaña que por sí misma era difícil de remontar, pero Soto Martínez no tuvo empacho en presumir y exaltar la figura de quien después se convirtió en la primera mujer gobernadora del Estado.
En aquel momento, Leobardo Soto envío emisarios para hacer saber a Barbosa que contaba con el respaldo de una gran parte del sector cetemista, como una forma de estar preparado, por si caso el morenista ganaba con la ola lopezobradorista.
Como todos sabemos vino la tragedia de diciembre de 2018 y con ello la elección extraordinaria, y ahí una vez más, Leobardo decidió dar la espalda a Alberto Jiménez Merino y apoyar al candidato de Morena, Miguel Barbosa.
En la víspera de una nueva elección, ¿qué le hizo pensar al PRI que Leobardo y su CTM les guardarían lealtad?
¿En serio se dicen sorprendidos?
Y a todo esto, se niegan a expulsarlo.
¿A poco en verdad Leobardo es tan poderoso?