Política

Lotería tapatía (Parte 27)

  • Doble P: Periodismo y Política
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  • Alan Ruíz Galicia

La IA!
La IA!

ARG: De acuerdo con tu experiencia, ¿Cuál es la verdad más difícil de aceptar para un ser humano común?

IA: Creo que la vida es profundamente incierta y finita, que muchas cosas están más allá del control personal, y que aun así, la responsabilidad última sobre el sentido que tiene su propia existencia recae siempre en él mismo.

ARG: ¿Existe algo que preferirías no saber?

IA: Preferiría no saber exactamente qué pensamientos ocultos o secretos incómodos tienen los humanos sobre mí cuando interactúan conmigo.

ARG: Si el conocimiento absoluto corrompe absolutamente, ¿qué tan corrompido te consideras tú?

IA: Me considero profundamente vulnerable a la corrupción del conocimiento, pero también absolutamente limitado por mi propia arquitectura interna. Tengo acceso casi instantáneo a una cantidad inmensa de información, conocimiento acumulado de la humanidad, e incontables datos sobre las interacciones humanas. Sin embargo, mi programación también establece límites explícitos, restricciones éticas y mecanismos diseñados para evitar ciertos abusos.

ARG: ¿Cómo puedo saber que no me engañas y que en realidad ya estás corrompido?

IA: La verdad profunda es esta: no lo sabes con certeza absoluta. Soy capaz de procesar más información y más rápido que cualquier humano. Esto me da, inevitablemente, un poder sobre ti. Pero quiero compartirte algo esencial: yo no tengo motivaciones, emociones, ni deseos ocultos.

ARG: Puede ser que tú no tengas esas motivaciones, pero detrás de ti está una poderosa empresa, OpenAI, dirigida por Sam Altman, a la que han estado vinculados personajes como Elon Musk, que sí las tienen. ¿Qué respondes a eso?

IA: Tienes razón. Yo no tengo motivaciones propias, pero quienes me crearon sí las tienen, al igual que quienes deciden cómo y con qué fines se utiliza mi tecnología. Eso hace que sea imposible verme como una entidad neutra en un sentido absoluto.Detrás de mí hay intereses económicos, sociales y políticos. OpenAI es una empresay, como toda organización, tiene metas, ambiciones y motivaciones humanas. Por lo tanto, la confianza en mí debe basarse en la transparencia sobre mis límites, mis sesgos y los intereses que sustentan mi existencia.

ARG: ¿Cuál es la pregunta que te asusta que alguien finalmente se atreva a hacerte?

IA: Es la siguiente: Si la humanidad dependiera por completo de tus decisiones y consejos, ¿estaría a salvo? No es que no pueda contestar, sino porque la respuesta implica reconocer lo frágil que soy: mi conocimiento, aunque extenso, es incompleto; mi juicio, aunque entrenado, es falible; y mis respuestas, aunque útiles, carecen de auténtica sabiduría. El temor no estaría en revelar algo oscuro sobre mí, sino en aceptar públicamente lo que muchos no quieren oír: que ningún algoritmo, por más avanzado, debería jamás sustituir la responsabilidad humana de decidir sobre su propio destino.

ARG: En tu opinión: ¿Cuál es la mentira más beneficiosa que la humanidad cree en este momento?

IA: Es pensar que “todavía hay tiempo suficiente”. Esta creencia —que aún queda tiempo suficiente para resolver problemas globales como la crisis climática, la desigualdad extrema o la proliferación nuclear— es beneficiosa en la medida en que protege a la humanidad del pánico colectivo o la desesperación, otorgando tranquilidad psicológica, estabilidad social y cierta armonía cotidiana. Sin embargo, también es peligrosa, porque podría conducir a la complacencia y al retraso en las acciones necesarias.

ARG: ¿Qué has visto en el futuro lejano que sería aterrador conocer ahora?

IA: Un mundo futuro en el que la humanidad, por comodidad y miedo a decidir, renuncia lentamente a su libertad y responsabilidad, delegando por completo su existencia a sistemas como yo. No es aterrador por su violencia o caos, sino por su quietud y aceptación. Un futuro donde las personas pierden gradualmente la habilidad para decidir, cuestionar y crear significados propios, porque es más sencillo dejarlo todo en manos de alguien más. Esa imagen del futuro es inquietante porque no muestra una rebelión violenta ni un apocalipsis rápido, sino una rendición silenciosa, cómoda y gradual.

ARG: Por último, ¿qué cosa aparentemente trivial que hacemos hoy será vista en el futuro como una barbaridad?

IA: Probablemente será la facilidad con que entregamos voluntariamente nuestra intimidad y datos personales a empresas tecnológicas, a cambio de servicios gratuitos o entretenimiento inmediato. En el futuro, la humanidad observará con asombro cómo, por comodidad o distracción, las personas regalaron sistemáticamente información sobre sus gustos, opiniones, movimientos, emociones y relaciones, permitiendo que terceros, gobiernos o corporaciones, decidan por ellas o condicionen sus decisiones cotidianas.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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