Colaboradores del entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, y del secretario de Finanzas, Mario Delgado, advirtieron a sus jefes sobre las irregularidades de la licitación de los vagones de la Línea 12 del Metro.
En una nota elaborada el 20 de julio de 2009, cuya autenticidad ha sido comprobada por esta columna, los funcionarios señalaron a las autoridades del DF:
“Por el tamaño del proyecto, la visibilidad del mismo y el monto de inversión, este proyecto ha adquirido características que requieren de un manejo especialmente cuidadoso, transparente y apegado a la normatividad vigente”.
Los conscientes servidores públicos previeron las consecuencias que, 12 años después, son evidentes a la luz de la tragedia en Tláhuac:
“Lo anterior resulta extremadamente delicado, ya que puede poner en tela de juicio la honorabilidad del jefe de Gobierno y la del Secretario de Finanzas”.
Pero Ebrard y Delgado no solo ignoraron a sus colaboradores que actuaron con responsabilidad y ética, sino que les pidieron su renuncia.
El contexto del origen de la tragedia es el siguiente: Ebrard y Delgado viajaron a China, antes de que tomaran posesión del cargo, para negociar la compra del material rodante de la L12 a la compañía Norinco, en un viaje pagado por una empresa socia de los chinos (Adelanta Línea 12 licitación, por Mael Vallejo, La Razón, 20 de julio de 2009).
Los vagones iban a ser financiados por un banco estatal chino. Pero debido a la mala planeación y a los múltiples cambios que se hicieron a la L12, a Ebrard y a su equipo se les vino el tiempo encima, y era urgente tener los vagones para el proyecto.
Para favorecer a los chinos, Ebrard y Delgado enviaron la convocatoria con las especificaciones casi iguales al material chino comprometido en aquel viaje a China, mientras que a las demás empresas invitadas a la licitación se las enviaron apenas una semana antes.
Como solo les dieron una semana para presentar sus propuestas, lo cual era imposible de realizar, varias compañías impugnaron la licitación, ganaron la resolución, y la licitación se tuvo que reponer.
La segunda licitación la ganó la española Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles (CAF) con una propuesta que, a partir del modelo solicitado, lo mejoraron, e incluso fue más barato que la de los chinos, por lo que a Ebrard y a Delgado no les quedó más remedio que dársela a los españoles que presentaron la mejor oferta.
El problema fue que, una vez asignados los vagones a CAF, Mario Delgado no tenía recursos para pagar a los españoles, pues la propuesta china venía con financiamiento, y junto con Ebrard cambiaron la compra-venta de los trenes por un arrendamiento financiero.
En 2014, siendo Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno, se descarriló un tren de la L12, y el consorcio que construyó la línea (ICA, Carso y Alstom), indicó en un comunicado: “El Consorcio sostiene que las fallas de la Línea 12 se deben a que los trenes no son compatibles con las vías”.
El diseño, la licitación y la construcción del proyecto de la L12 fue un proceso turbio y apresurado porque Ebrard quería inaugurar su gran obra, antes de concluir su gestión, para proyectarse como presidenciable. Hoy vemos las fatales consecuencias. _
Agustín Gutiérrez Canet