Cultura

Zapatos

Veníamos de regreso de una cena, ya tarde. La avenida estaba vacía. La luz pálida de las farolas cae como un néctar antiguo, como un presagio, sobre el asfalto. Siempre tomo un atajo para llegar a casa, es una vuelta que doy por la avenida principal en una callecita que atraviesa lotes baldíos que luego se reintegra a una calle más amplia que me lleva directo a mi colonia. En esa parte del trayecto no hay nada; solo lotes abandonados llenos de yerbas y cascajo. En uno pueden verse los restos de una antigua casa de campo. En el barrio se habla de fantasmas y apariciones; de una muerta, un alma en pena, una mujer vestida de blanco y cosas por el estilo. Dimos vuelta en la callejuela. En esa parte la calle está maltratada y no hay luz. Pocos pasan por allí. La noche es fría y llueve de manera intermitente. La niebla se cuela lerda y silenciosa, envolviéndose a sí misma, reconfigurándose. Aparecen: un par de zapatillas de dama a mitad de la calle. Me detengo. Contemplamos la escena mientras el vaivén del limpiaparabrisas intenta hipnotizarnos. No es necesario preguntarnos en voz alta por qué están esos zapatos ahí; lo estamos pensando con tal intensidad que casi puede escucharse. Me bajo y saco una foto. Continuamos en silencio, elaborando teorías. ¿Una mujer con alguna enfermedad mental se extravió y presa del miedo al escuchar algún ruido extraño en aquel paraje solitario huye dejando atrás su calzado? Puede ser que la mujer desapareció de manera espontánea, sin ninguna razón o explicación. O tal vez penetró, como las hadas y los duendes, en un mundo de sombras, de ecos y susurros. Cabe la posibilidad de que se trate de una viajera del tiempo, que ha regresado súbitamente a su época. O bien podría tratarse de una transmutación; seres que de pronto se convierten en otra cosa, como en un animal extraño propio de una zoología fantástica.

Esa noche no pude dormir. Recordé un cuento de Ambrose Bierce, Problemas para atravesar un campo. Fui a mi biblioteca, saqué el tomo y releí el cuento. Trata de un sujeto que sale de su casa a mitad del día y camina hacia un campo. De pronto desaparece. El hecho es observado por su familia, por unos trabajadores que se hallaban en un campo contiguo y por los ocupantes de un carruaje que pasaban por un camino que dividía ambas labores. Todos salen en busca del desaparecido pero no encuentran rastro de él, nada. Al final, no se da ninguna explicación: sencillamente desapareció. Lo intrigante es que esto no es como la muerte, fenómeno que sabemos va a ocurrir. Ahí no hay ningún misterio. Pero, ¿desaparecer sin rastro y sin motivo? En el caso de la dama misteriosa por lo menos nos ha dejado un par de zapatos; un vestigio, una clave. He señalado que aquel residuo podría haber quedado como consecuencia, pero entonces me planteo lo contrario: los zapatos aparecen primero y esperan a que se materialice la dama. Son un vaticinio. Discutí el tema con mi mujer y surgieron dos opciones; que los zapatos habrían sido colocados por un bromista, quien se ocultó cerca para ver las reacciones y que las zapatillas aparecen espontáneamente y no pertenecen a nadie. Concordamos que una alucinación o ilusión óptica quedan efectivamente descartadas, pues se tiene registro fotográfico del fenómeno. Entonces qué es todo esto, coño, ¿una proyección psíquica?

Esa noche soñé que los zapatos aparecían al pie de la puerta de mi casa. Intuí que querían que fuera a alguna parte. Subo al auto y por el retrovisor veo que me siguen. Flotan, se desplazan de manera incomprensible, etérea. Llegué al baldío donde estaban las ruinas de aquella casa antigua y los zapatos se metieron allí. Desaparecieron.

Por la mañana el asunto de las zapatillas no se tocó, aunque seguíamos pensando en ello. De camino al trabajo pasé por aquella calle abandonada y me detuve en el sitio donde había ocurrido todo, pero allí no había nada. Al voltear a ver las ruinas quise ver a una dama vestida de blanco rondando aquel sitio.

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Adrián Herrera
  • Adrián Herrera
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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