En los ochenta el grupo Los Joao sacó un tema que se volvió un himno vacacional: “Vamos a la playa”. La tonada es muy pegajosa y casi todos la han escuchado.
A mí las playas nunca me han gustado mucho; prefiero las montañas, lagos, desiertos. Pero estoy de acuerdo en que tienen su encanto.
Navegando por la red di con un artículo que hablaba sobre las playas más peligrosas del mundo. Quedé patidifuso. Mire: A una playa se le ha bautizado como La Capital del Tiburón Blanco. Coño, si después de haber visto la película Jaws cuando era niño fue suficiente para quitarme de la cabeza la loca idea de nadar en una playa, con esto tengo más que suficiente para renovar esos votos.
En California hay una playa que ofrece encuentros con serpientes venenosas y mantarrayas asesinas. Ah, y no hay que dejar fuera las pirañas en Brasil. ¡Qué increíble experiencia!
Cocodrilos de agua salada. Sí, hay una playa que los tiene en abundancia. El lugar perfecto para llevar a nadar a la suegra. Y si esto no es suficiente, en una playa en la India abundan cobras reales y, en otra, dragones de Komodo. En Australia hay un lugar donde merodean dingos (perros salvajes) y en Virginia (EU) una playa ha sido tomada por jabalíes malhumorados.
En Namibia tenemos la famosísima Costa de los Esqueletos, bautizada así por las fuertes corrientes y vientos, y la densa niebla que llevan a los barcos a encallar. Además de los animales salvajes –depredadores en su mayoría– que merodean la playa. Un lugar idílico, sin duda. Y ya que estamos en el humor de unas grandes y memorables vacaciones, habrá que mencionar la enorme Playa de los Muertos, en Almería, España. Debe su nombre a las tremendas corrientes que arrojaban a los cadáveres de naufragios. Qué escena tan hermosa. Continuemos. Si tiburones, boas, resacas mortales y animales salvajes no son suficiente adrenalina, le tengo una sorpresa: ¡playas radioactivas! En efecto, las islas Marshall aún poseen niveles de radioactividad peligrosos. ¿Quiere más?, ¡Vamos a Hawái! Hay una playa donde desemboca un río de lava proveniente del volcán Kilauea, además de la ceniza y los gases tóxicos. ¡Aloha!
¿Recuerda los viajes de Jacques Cousteau? Hay una escena muy bonita de miles de medusas ondeando sus tentáculos y umbrellas en un mar color turquesa. Bueno, pues hay una playa donde ocurre lo mismo, solo que aquí, esos animales son extremadamente venenosos. Y para los amantes del surf tenemos más de una playa cuyas corrientes generan peligrosísimos remolinos, similares a los del cuento de Edgar Allan Poe, “Un descenso al Maelström”. Ah, y no hay que dejar afuera una playa en particular en Inglaterra que ofrece un atractivo difícil de soslayar: ¡arenas movedizas! Hay otra playa con bonitos y monumentales acantilados, los cuales se desbaratan constantemente y deja caer grandes rocas sobre los bañistas. En México debemos sentirnos orgullosos de tener una de las playas más contaminadas del mundo, y, como aliciente para visitarla, posee una muy alta concentración de materia fecal. No olvide llevar antibióticos. Y así, hay otro par de playas con altas concentraciones de bacterias que causan enfermedades mortales.
Otra isla en los mares del sur tiene una playa donde se pueden encontrar las concentraciones más altas en el mundo de ¡plástico! Es el sitio perfecto para meditar.
Existen playas en donde la principal amenaza son ¡delincuentes! Te asaltan, violan y matan. En México tenemos sitios especializados en este servicio social. En una playa en China la densidad es tal que se vuelve insalubre y peligroso estar ahí. En Filipinas te atacan piratas y terroristas.
Veamos: medusas asesinas, hambrientos tiburones, oleajes y mareas poderosísimas, animales salvajes merodeando la costa, radiación, asaltos y secuestros, bacterias, plástico, acantilados desbaratándose... Después de leer todo esto, me queda claro que mis próximas vacaciones serán en algún pueblo colonial a mitad del altiplano. O, mejor: en un cementerio. A la mierda las playas y el mar.
Adrián Herrera