Cultura

Fiesta nacional

Con esto del 15 de septiembre, uno se ve envuelto en efluvios patrios de todo tipo. Ahí por donde vivo se ponen unos carritos llenos de banderitas, cornetas, muñecas alusivas y sombrerotes. En los súper hay mesas especiales retacadas de alcoholes en descuento –notablemente tequilas–, además de salsas, tamales, tortillas y los clásicos jarros y ollas de barro. En las bocinas se escuchan nuestras canciones más típicas interpretadas con orquesta, y aunque Juanga ya se murió, hoy más que nunca se escuchan sus canciones, especialmente las rancheras. Los héroes que nos dieron libertad andan en boca de todos, y hasta en los memes se ve su presencia; hay uno donde salen todos: Hidalgo, Allende, Morelos, etcétera, y una leyenda reza “gracias a los héroes de la Independencia que nos dieron Puente”. También hay que contar desfiles y puestas en escena del Grito y toda suerte de actividades relacionadas en las escuelas. Y sí: la Independencia está en todas partes y nos regala un día de descanso en fin de semana. Maravilloso. ¿Le gustaría reflexionar aquí acerca de la importancia del movimiento independentista y del sentido de identidad que se fue desarrollando después y de cómo tenemos el México de hoy? A mí tampoco. Hablemos de otra cosa. El Grito es un pretexto magnífico para hacer fiesta, embrutecerse cantando nuestras piezas más populares y claro: comer como se debe. Porque si algo tenemos en este país es justamente una mezcla increíblemente volátil de música, trago y comida. Y la mejor disposición de abusar de todo esto. El abuso, el exceso, es una condición sin la cual la fiesta no tendría mucho sentido. Somos un pueblo arguendero, sentido, violento y desordenado; nos encanta ser así y esta catarsis nacional refleja lo que somos. A mí me gustan estas fechas porque en mi restaurante aprovecho para diseñar y ejecutar un menú especial; el de este año consistió en un dueto de tacos, uno de chuleta con salsa de tomate y chipotle, y otro de pecho de res ahumado con salsa de chile morita. Serví también una terrina de cuitlacoche con vinagreta de chile ancho y ensaladilla de arúgula, una sopa de lentejas con epazote, hongos y chile pasilla, un queso frito con manitas de puerco en escabeche de naranja y habanero, y una perlita de crema con pepita de calabaza y vinagreta de Hoja Santa (acuyo). Lo que hice fue utilizar una variedad de ingredientes clásicos mexicanos, porque la fecha lo exige. Ah, y hubo tequila, mucho tequila. Ya estoy esperando a que caiga el Día de Muertos para hacer un menú (para los vivos, claro) y a ver qué otras fiestas hay por ahí para hacer lo mismo. Pero esto del 15 de septiembre también tiene su lado social: se aprovecha el festejo y su significado para hacer algo que tenga sentido. Una marcha, por ejemplo. Y la de ayer para exigir la renuncia del Presidente me pareció de lo más divertido. Por supuesto que el señor Presidente no se verá afectado por tal fenómeno y pues no hay que esperar su renuncia, pero de que es divertido salir a insultar al personaje en cuestión y abarrotar las calles de gente gritando y levantando pancartas, eso que ni qué. Gran espectáculo. Es como le digo: somos argüenderos.

Por mi parte he decidido que un día no es suficiente para celebrar la Independencia, así que como buen mexicano me tomo todo el fin de semana para excederme en gustos y derrochar en trago y comida. Ya veremos el lunes cómo le hago para regresar a la normalidad.

¡Viva México!.

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Adrián Herrera
  • Adrián Herrera
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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