Cultura

Expertos

El internet y las redes sociales son maravillosas; portentos de la tecnología que han logrado transformar a personas comunes en expertos en... ¡todo! Permítame iluminarlo. Por el simple hecho de que una persona puede emitir una opinión –se tenga o no razón, conocimiento o incluso sentido común–, esta persona considera que su opinión vale. A veces, sí. Otras vale, pero vale para pura chingada. Como usted sabe, hago dos cosas principalmente: cocinar y escribir. Y desde hace como un año me dio por pintar acuarela. Y así he ido publicando algunos cuadros. Pues bien; nunca falta quién opine sobre lo que pinto, escribo o cocino. Con el tema de la acuarela recibo comentarios que me dejan meditabundo.

Entonces le hago algunas preguntas a esos que las critican: “–¿Sabe pintar? –No. –¿Llevó algún curso de apreciación o historia del arte? –Tampoco. –Es coleccionista, se la pasa en exposiciones o en el mundo del arte? –Menos”. Me pregunto entonces, ¿qué lo capacita para opinar sobre si mis cuadros son buenos, malos o regulares y que me debería dedicar a otra cosa? No lo sé. Parece que nada. En resumen: tenemos a personas que no saben nada de arte, no tienen sensibilidad artística ni capacidad de apreciación estética. ¿Qué nos queda pues? Un pendejo ignorante que opina por opinar.

Hay tantos de esos. ¿Y son esas opiniones, esas personas a quienes les ponemos atención? Exacto. No son nada. Son seres insignificantes, partículas microscópicas pegando de gritos para que alguien les ponga atención, reconozca su incipiente existencia y les digan que sus vidas valen algo, que no son parte de una masa oscura e indistinguible y que lo que hacen –que no es nada– tiene sentido. ¿Y sabe en qué se regocijan estos insectos? En que uno les responda. Lo que sea. Porque ya fueron escuchados, ya les confirmaron que su opinión posee un tipo de validez, que hubo una reacción. Bueno pues ya no hago eso. El procedimiento es sencillo: primero borramos el comentario y después pasamos a bloquear a la persona. Y así se van, como cuando uno arroja una colilla de cigarrillo por el retrete y desaparece en un espiral vertiginoso y con un burbujeo del cual nunca se regresa. Patético. Mejor es que se mantengan al margen y que se guarden sus balbuceos, chillidos y rabietas vacías e inconsecuentes.

Mire usted; en el tema de la pintura, como ya indiqué, soy aficionado. Y disfruto mucho hacerlo. Porque tiene que ver con lo que vivo y con la manera de percibir la realidad, y eso lo plasmo en mis acuarelas. Con los errores técnicos que usted quiera y del gusto o no de muchos, pero esa es mi expresión personal y es única. Es igual que en cocina; a cada rato personas me mandan sus platillos y preguntan si me parece que están bien hechos. Pues bien; lo primero que les digo es que no estoy ahí para probarlos. Tampoco soy su juez personal para andar corrigiendo sus errores o dando mi opinión sobre qué puede mejorar. Les digo entonces que si a ellos les gusta lo que hicieron, pues no hay mucho que agregar. Es lo justo.

Asimismo, si publico algo, no espero una respuesta. Primero, nadie pidió su opinión. Segundo: si la dan y tienen argumentos de peso o sugerencias válidas, las voy a tomar en cuenta, pero siempre hay que regresar al primer punto. Tercero: No me voy a poner en el plan de no hacer caso de esa actitud y esas opiniones y dejarlas pasar, porque alguien tiene que registrar este fenómeno y el que escribe aquí soy yo. O sea que quejarme y rabiar es parte de mi quehacer cotidiano, tal y como lo estoy haciendo ahorita. Y me gusta. Fíjese que de lo único que no se quejan es de mi manera de escribir. Menos mal. Aunque sospecho que la razón no es porque lo haga bien, sino porque, sucintamente puesto, no leen. Y aunque lo hicieran, no tendrían las herramientas ni los argumentos para decir algo de valor. Ni hablar. El mundo raro en el que los ignorantes, los tontos y los patanes opinan y los demás les aplauden. Valiendo madre.

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Adrián Herrera
  • Adrián Herrera
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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