Cultura

“El acontecimiento”

A ratos pareciera como si transitara por un espacio liminal donde se mezclan la realidad con la pesadilla en un vórtice de significados y contradicciones...


Antes de anunciarse como la ganadora del Nobel 2022, nunca había oído hablar de Annie Ernaux. Y no es la primera vez; cada año sale la persona premiada y de inmediato googleo para enterarme quiénes son y qué hicieron. Es una lectura autobiográfica centrada en un hecho particular en la vida de la escritora. La lectura es fluida y está bien estructurada. No tanto el tema, sino la manera de narrar es lo que capta mi atención. La crudeza de ciertas escenas intercaladas con una introspección clara y honesta generan una arquitectura mental bien definida, y que tiene la capacidad de arrebatarte y de abstraerte. Iré anotando algunas partes que me han gustado:

“Asistía a clases de literatura y sociología, iba al comedor universitario y tomaba cafés al mediodía y por la noche en la Faluche, el bar reservado para los estudiantes, pero ya no vivía en el mismo mundo. A un lado estaban las otras chicas, con sus vientres vacíos, y al otro me encontraba yo”.

Para los que no lo sepan, “el acontecimiento” refiere a un aborto:

“Nos encontramos las dos en la habitación. Yo sentada en la cama con el feto entre las piernas. No sabemos qué hacer. Le digo a O. que hay que cortar el cordón. Toma unas tijeras, no sabemos por qué lugar hay que cortar, pero lo hace. Miramos al feto. Tiene un cuerpo minúsculo y una gran cabeza. Bajo los párpados transparentes, los ojos parecen dos manchas azules. Parece una muñeca india. Le miramos el sexo. Nos parece ver el comienzo de un pene. Así que he sido capaz de fabricar esto. O. se sienta en el taburete. Llora. Lloramos en silencio. Es una escena que no tiene nombre en la que la vida y la muerte se dan la mano. Es una escena de sacrificio.

“Regresé a Ruan. Era un mes de febrero frío y soleado. No tenía la impresión de haber vuelto al mismo mundo. Los rostros de los transeúntes, los coches, las bandejas sobre las mesas del comedor universitario, todo lo que veía me parecía rebosante de significados. Pero, debido a ese mismo exceso, no podía captar ninguno de ellos.

“Caminaba por las calles con el secreto de la noche del 20 al 21 de enero en mi cuerpo, como si de algo sagrado se tratara. No sabía si había estado en el límite del horror o de la belleza”.

Me da la impresión de que esta mujer anda como alienada, tanto de sí misma, de su fisiología, como de la cultura y sociedad a la que pertenece. A ratos pareciera como si transitara por un espacio liminal donde se mezclan la realidad con la pesadilla en un vórtice de significados y contradicciones, y que termina en un auténtico evento catártico. Al final del libro, me queda una sensación, una sospecha, de que la autora intenta justificar, o más bien de soslayar el “acontecimiento” otorgándole un estatus de utilidad:

“Me he quitado de encima la única culpabilidad que he sentido en mi vida a propósito de este acontecimiento: el haberlo vivido y no haber hecho nada con él… porque por encima de todas las razones sociales y psicológicas que pueda encontrar a lo que viví, hay una de la cual estoy totalmente segura: esas cosas me ocurrieron para que diera cuenta de ellas”.

El mismo título alude a una percepción meramente pasajera, se reduce a un hecho cargado de horror y crudeza físicas, pero que intenta eludir lo psicológico y las secuelas que pueda tener. Siento que lo ha racionalizado y su tono es el de una víctima que debe dar testimonio de su vivencia. ¿Habrá un elemento de culpa en todo esto? No lo sé. Se ha sublimado en algo abstracto, se comprime en una narrativa de donde ya no puede escapar nunca y que se ha intercambiado por su recuerdo. Es decir: la autora ha extirpado el recuerdo y sus consecuencias en un sitio externo, y ha logrado, efectivamente, abortar el acontecimiento mismo.

Se puede hacer literatura de lo que sea, en este caso, de un hecho real. Y la autora lo ha hecho muy bien, porque refleja tanto el aspecto psicológico por el cual atraviesa como su relación con la sociedad, la cultura y la moral de su tiempo y, más importante, queda claro que tales conflictos y puntos de vista aún continúan, de una manera u otra.


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Adrián Herrera
  • Adrián Herrera
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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