Cultura

Desastre

El tema del desastre natural no nos es ajeno en México. Me tocó vivir un par de huracanes que provocaron inundaciones graves acá en Monterrey. Lo del sismo del 85 lo viví, igual que hoy, a través de los medios; tenía 16 años. Las imágenes y las historias se nos quedaron grabadas y son parte de la historia de todos. Muchos viven esto como algo nuevo; el temblor anterior no es parte de su memoria. Para ellos representa una experiencia nueva, aunque vinculada históricamente con el pasado.

Hace un par de años viví un sismo moderado; no fue gran cosa pero fue acojonante. En un punto parece una especie de juego mecánico.

El sismo, a diferencia de un huracán o una inundación, opera bajo un mecanismo misterioso, oculto; la tierra transmite su ímpetu a los edificios. La atmósfera, por su parte, es algo que puede verse, es una experiencia sensorial distinta. El huracán avisa que viene y se toman medidas; nos adelantamos, prevenimos. El sismo ataca de manera insospechada. Con los huracanes se puede más o menos predecir su aparición y su trayectoria. Los huracanes son potencializados por nuestra manera de vivir, nosotros los alborotamos. Son un poquito como una magia que les hicimos y que se salió de control. El sismo no; muchos quisieran creer que tiembla porque hemos estado jodiendo sistemáticamente al planeta. He comparado nuestra capacidad de intervenir en estos procesos geológicos como un hormiguero que, a fuerza de sacar piedritas de la tierra, es capaz de mover al planeta. Pues no. Somos justamente eso: hormiguitas vulnerables. Persistentes y necias, sí, pero frágiles.

Viendo videos del temblor veo que una persona se pone a predicar a mitad de la calle. En otro, una pareja es presa del pánico mientras su departamento se sacude espantosamente. Este evento generó una tensión psíquica tremenda; fue un trauma social importante. Se van a dar muchas historias, vivencias, recuerdos. Formará un tipo de conciencia que solo ocurre en casos así. Pero, a diferencia del temblor de hace tres décadas, este se recordará de otra manera. Un viejo historiador me dijo hace unos años: -Fíjate cómo el terremoto ha sido más o menos ignorado; le hemos sacado la vuelta a un hecho que cambió a la ciudad y a la gente.

El sismo es una fuerza callada que nada tiene que ver con nuestra presencia y siempre va a permanecer así, sigiloso, acechante e imperturbable.

En un punto me molestó muchísimo que personas alucinadas y fanáticas estuvieran posteando tonterías y creando un tejido de patrañas como el Apocalipsis, la ira de Yahvé, la alineación de los planetas, las profecías de Nostradamus –y las de los mayas–, o la rabia de la Madre Tierra. La gravedad de la situación pide urgentemente objetividad; hay que concentrarse en resolver problemas apremiantes como rescatar gente, sacar cadáveres, restablecer servicios primarios y reconstruir.

Otro tema es la falta de humor. Raro en una cultura que se ríe de la muerte. Quizá nos hayamos impuesto un límite para ejercitar el humor bajo el temor de violar algún tabú, pero el humor es una herramienta necesaria en una situación así al romper tensiones y aligerar la tragedia. El humor negro puede develar una parte luminosa de nosotros: debemos reír.

La Ciudad de México y lugares afectados viven una situación muy tensa pues se han roto los mecanismos básicos de rutina, de cotidianidad, aquellos que estructuran una realidad más o menos segura, confiable. Pero con el desastre se refuerza la idea de identidad, generada por el espíritu de solidaridad. La gente, a medida que sale a rescatar y ayudar, restablece lazos sociales que pudieron haber quedado dormidos, latentes.

Días después del terremoto una amiga iba por la calle y fue presa de una sensación inquietante, una sacudida; entonces pensó que temblaba otra vez pero se dio cuenta que era ella. El sismo se ha interiorizado en la gente: lo guardan.

El terremoto son dos cosas: muerte y destrucción. El evento se reduce a esta realidad brutal.

Volverá a ocurrir.

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Adrián Herrera
  • Adrián Herrera
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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