Cultura

Buenas intenciones

Espero que tu día sea fabuloso y estupendo y que Dios te bendiga!”.

Este mensaje me llegó a WhatsApp el lunes. El lunes, imagínese. Y así como ese, recibo muchos. Y no es que esté en contra de tener una actitud positiva, es solo que no me la creo.

No entiendo. Pareciera que estamos perenemente deprimidos o descorazonados, y nos tenemos que motivar enviándonos esta clase de mensajes. Un amigo me dijo el otro día que todo es programación neurolingüística; si piensas positivamente, las cosas comienzan a salir mejor. Pues qué mamadas son esas. No se trata de pensar positivamente y esperar a que las cosas cambien, el asunto es hacerlas y lograrlas. Acepto que si todo el día está uno pensando en la desgracia de estar vivo, pues al final las cosas no van a terminar bien, pero eso es un tema de actitud y de estar obsesionado con el fracaso y la derrota, no de objetividad.

En tanto que el lenguaje sí posee propiedades y potencias que generan cambios, no es magia.

Otro amigo decía que los lunes se encerraba en su habitación a beber alcohol y a llorar su fracaso en la vida. Viendo que era un tipo exitoso en los negocios, con mujer e hijos, grupo de amigos y gozando de buena salud, no pude más que cuestionarle a qué carajo se refería con “fracasar en la vida”. Contestó que así lo sentía él, que todo lo anterior no significaba nada y que seguiría llorando los lunes. –¿Cuánto tiempo llevas haciendo esto?–, le pregunté, intrigado. –27 años–, contestó. Entonces pregunté cuánto tiempo pensaba seguir llorando su fracaso en la vida. –Pues hasta que me muera, una vez que fracasas ya no hay manera de revertir el efecto–, contestó abrumado.

Para algunos, la vida no tiene solución, me queda claro.

El tema religioso me persigue perenemente. En el súper, al cual voy muy seguido y que sospecho que paso más tiempo en él que en mi casa, me encuentro con frecuencia a personas que después de saludarme, me bendicen y enfatizan que Diosito me cuida. Pues no. Agradezco el gesto, pero no estoy convencido de que las bendiciones funcionen más allá de la intención, como tampoco creo que Diosito sea un ser real que cuide de las personas en este planeta. Hasta ahora no he detectado ninguna relación causal entre la oración y sus supuestos efectos sobre el estado mental, físico o económico de las personas. Esto quiere decir, sucintamente puesto, que nada de eso funciona.

Pero las cosas tienen su límite. Las cadenas de oración, por ejemplo, son detestables y me parece que ya hay una gran mayoría de personas que, aunque creyentes, están hasta la madre de esta figura. Igual con las estampitas de santos, cristos y vírgenes, cargadas de mensajes de amor y bondad, pero al final, perfectamente estériles.

Hace unos meses fui al hospital a visitar a un amigo accidentado. Por lo general nunca hago eso, casi siempre espero pacientemente en mi casa la noticia de su deceso para decirme a mí mismo que podría ser que lo llegue a echar de menos, pero eso no importa, porque nunca más lo volveré a ver como tampoco pienso ir a su funeral. Aunque debo agregar que disfruto más asistir a un funeral que a una fiesta. El caso es que su cuarto estaba lleno de flores con sobres y globos con consignas como “¡Pronta recuperación!” y “¡Vas a estar bien, campeón!”. Yo por supuesto no me quedé atrás y llegué con un globo enorme con la siguiente leyenda impresa: “Pronta resignación”. No le pareció chistoso, pero agradeció la visita.

Pienso que puede ser que estos intentos motivacionales tengan algún tipo de efecto beneficioso para quienes padecen algo, ya sea una enfermedad orgánica, un desajuste psiquiátrico o simple soledad. Pero, al final, no son más que placebos. Ayer hablé por teléfono con una persona. Al final se despidió diciendo de manera más o menos mecánica: –Bye, que estés bien. Me dejó pensando: ¿A qué se refiere con estar bien? Nunca me he preguntado si estoy bien o mal. Sencillamente no me importa. Yo hago las cosas por encima de las buenas o malas intenciones y no le presto atención a lo que no existe. La vida es absurdamente corta y hay que gozarla.


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Adrián Herrera
  • Adrián Herrera
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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