Ante la incertidumbre sembrada por la guerra arancelaria y su impacto en la economía mexicana, la firma financiera UBS aseguró que aunque México podría experimentar un estancamiento económico o incluso una contracción en 2025, la probabilidad de una crisis financiera sigue siendo baja.
Lo anterior debido a que los fundamentos macroeconómicos del país son sólidos, sin indicios de un colapso financiero inminente como los observados en el pasado.
"Si bien las perspectivas de crecimiento son débiles, el país se mantiene fundamentalmente sólido desde la perspectiva de la estabilidad financiera”, garantizó el banco a través de su análisis “La recesión no es una crisis”.
Además, señaló que su pronóstico de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) para todo el 2025 refleja la expectativa de un crecimiento prácticamente nulo.
Sin embargo, considera crucial diferenciar entre una recesión cíclica y una crisis económica/financiera a gran escala.
“Los economistas suelen definir una recesión como dos trimestres consecutivos de crecimiento económico negativo, durante los cuales las empresas atraviesan dificultades, los consumidores frenan el gasto y la dinámica del mercado laboral tiende a debilitarse”, explicó.
“Sin embargo, una crisis es mucho más grave y, en los mercados emergentes, históricamente ha implicado el colapso del sistema financiero, una fuerte devaluación de la moneda y la incapacidad de cumplir con las obligaciones de deuda corporativa y soberana”, agregó.
Además, recordó que las crisis pasadas de México, como la Crisis del Tequila de 1994 o la "década perdida" de los años ochenta, fueron desencadenadas por vulnerabilidades estructurales, como grandes déficits en cuenta corriente, una dependencia excesiva de la deuda externa, regímenes cambiarios fijos y la debilidad de las instituciones financieras.
“Actualmente, los fundamentos macroeconómicos del país son significativamente más sólidos, lo que reduce notablemente la probabilidad de una crisis similar a episodios anteriores”, dijo.
Asimismo, destacó que el déficit en cuenta corriente de México es inferior 0.5 por ciento del PIB, un nivel manejable que no requiere una gran cantidad de financiamiento externo.
Lo anterior hace que la economía mexicana sea más estable y menos vulnerable a los cambios en la confianza de los inversionistas, reduciendo el riesgo de una interrupción repentina de los flujos de capitales extranjeros.
Agregó que, actualmente, sólo alrededor de 30 por ciento de la deuda pública de México está en moneda extranjera.
Además de que la mayor parte de la deuda pública está en pesos con plazos de pago a largo plazo.
Sin embargo, destacó que la deuda total del país es relativamente baja, representando 52 por ciento del PIB, significativamente menor que la de otras economías latinoamericanas, como Argentina, Brasil y Colombia.
En cuanto al tipo de cambio, la firma financiera señaló que las crisis pasadas fueron graves, en parte debido a los regímenes cambiarios fijos o cuasifijos de México, pero el país cuenta con un tipo de cambio flexible, lo que permite que el peso se ajuste a las condiciones económicas en tiempo real.
“A diferencia de 1994, cuando el gobierno gastó gran parte de sus reservas internacionales en la defensa del peso (y fracasó), Banxico no necesita defender un tipo de cambio específico, lo que ayuda a absorber los impactos externos”, comentó.
Además de contar con un banco central independiente, Banxico, cuyo principal objetivo es mantener la inflación baja y estable, garantizando una política monetaria creíble.
Por su parte, agregó que México construyó una sólida red de seguridad, las reservas de divisas del país como porcentaje del PIB se han triplicado desde la década de 1990, lo que proporciona un sólido colchón contra choques externos.
Resiliencia del sistema bancario
UBS indicó que actualmente los bancos mexicanos se encuentran entre los más sólidos de América Latina.
Además de que México fue uno de los primeros en adoptar Basilea III, un estándar global de regulación bancaria que garantiza que las instituciones financieras cuenten con capital y liquidez suficientes para resistir las crisis.
“Los bancos mexicanos mantienen sólidos colchones de capital y reservas para pérdidas crediticias, lo que ayuda a absorber posibles pérdidas sin comprometer la estabilidad financiera”, finalizó.

KL