"Soy un hombre muy honrado, que le gusta lo mejor", canta Antonio Banderas mientras el público de la arena enloquece, saben que se aproxima una leyenda y que verán una lucha inolvidable; de pronto, aparece el hombre de melena larga, delgado pero con la fuerza necesaria para ganarle a cualquiera.
El gladiador les devuelve la sonrisa, chocan las palmas mientras corre alrededor del cuadrilátero hasta que se mete de resorte. Después sube al esquinero, levanta los puños y escucha a cientos de voces gritar: ¡Guerrero Nocturno!

Da igual quién sea el contrincante, el profesor tiene para todos. No le intimidan los gigantes, le aguanta el ritmo a los jóvenes, y hace brillar a las leyendas cuando suben al encordado con él. Lo respaldan 25 años de carrera, así como las ganas de más victorias.
Blue Demon Jr, El Negro Casas, El Comando Primero, hasta su esposa e hijas se han medido con él entre las 12 cuerdas... pero el rival más grande que ha tenido que enfrentar es él mismo, sus lesiones o derrumbes emocionales.
“Ninguno ha sido fácil. Todos han sido fuertes, no hay rival pequeño, no hay rival débil, todos son fuertes. Yo siento que el rival más fuerte es uno mismo. Mi propia persona, mi propio personaje es el que me ha costado más", reconoce en entrevista con MILENIO.
Pero el talento de este especialista del llaveo va más allá de los combates. También es profesor en la Arena del Valle (de Penta el Zero Miedo), elabora máscaras de superestrellas como Psycho Clown o La Parka, y ha rescatado a varios jóvenes de las adicciones.
Todo gracias a la lucha libre, un mundo al que entró gracias a sus hermanos mayores, en el que después metió a su esposa, hijas y hasta nietos. Ahí se mantiene activo pese a lesiones en la cadera, cervicales y para de contar.
Pero me estoy adelantando, volvamos al principio de la historia.
Lucha de generación en generación

Desde pequeño, Guerrero presenció sus primeras funciones en la Arena Atlas, lugar en el que desfilaron El Santo, Mil Máscaras, El Vagabundo y otros talentos de la época de oro. Durante su infancia, nunca imaginó que él también pisaría ese ring años más tarde.
Aprendió a trabajar desde los 7 años, pero eso no le impidió disfrutar del deporte junto a sus hermanos, todos mayores que él. El más grande, Joel, también fue luchador pero no le tocó verlo en vivo, solo a través de fotos.
Desde siempre se considera un guerrero, y tiene razón, además tiene talento nato para el pancracio. Cuando comenzó a entrenar, sus compañeros pensaban que ya era profesional. "Vieron mis aptitudes, el poder hacer un resorte, unas maromas, caídas y todo eso, pensaban que yo ya luchaba, pero no. Yo tenía las ganas y la actitud, nada más. Me preparé con ellos durante tres años, luego ellos me buscaron un nombre. Cuando pasó eso yo tenía como 19 años", recuerda.
¿De dónde surge su nombre?
“Para empezar, lo de ‘guerrero’: yo desde los 7 u 8 años he sido trabajador independiente. Siempre me he visto como un guerrero. Y lo de ‘nocturno’: me gusta mucho la oscuridad, los demonios, los murciélagos.
Entonces, da la casualidad de que acabando de mencionar el nombre salgo de la arena donde entrenábamos y en el suelo encontré la tapa de un licor (Bacardí), y ahí venía un murciélago. Me basé en ese dibujo y lo adapté: le puse ojos, boquita, nariz y lo adaptamos para el para el antifaz y ahí estaba el Guerrero Nocturno, un murciélago”, narra.
Primeros pasos en el encordado

Cuando el profesor ve el cartel de una función en la Arena Atlas, traído desde los 80, cambia su semblante: le invaden todo tipo de recuerdos. "Mis primeras luchas fueron en otra arenita en la colonia Nueva Aragón. Pero eran amateur, más o menos, apenas me estaban calando en las primeras luchitas mano a mano", explica.
Ahí comenzó su carrera profesional, dejó de ser un amateur para figurar en los eventos estelares. Su nombre fue reconocido por aficionados y contrincantes, a quienes enfrentó en relevos sencillos, de tercias, "algo más formal".
"De esta arena tengo bellos recuerdos, por ejemplo, antes de que perdiera mi máscara, yo la aposté ahí contra un compañero que luchaba como El Rey del Barrio y salí con la mano en alto. Por ahí tengo mi trofeo”, narra.
Ese escenario le enseñó el dulce sabor de las mieles del éxito, pero también lo hizo ver su suerte con rivales rudos y duros.
“Hay uno que veo aquí programado. Era muy fuerte, Alma de Acero. Era un señor recio, recio, fuertísimo. Inclusive tengo una anécdota con él: cuando yo todavía no luchaba formalmente, yo me acerqué a él para pedirle que me entrenara. Él me corrió, me dijo, ‘no, no, no, yo no entreno a nadie. Lárgate de aquí’, y me corrió.
Pero pasó el tiempo, me preparé y tuve la fortuna de enfrentarlo, luchar contra él, y ponerme ‘al tú por tú’ con él. De los rivales más fuertes que he tenido", cuenta con una sonrisa en el rostro.
Perder la máscara no lo afectó, al contrario

La lucha libre no sería lo mismo sin las rivalidades entre rudos y técnicos, que se hacen la vida de cuadritos hasta que culminan con un combate de apuestas, ya sea por la incógnita o la cabellera.
A diferencia de Estados Unidos, donde tiene más peso un campeonato que una máscara, en México se defiende con la vida porque perderla puede significar el entierro de una carrera.
Ejemplos de luchadores que no fueron lo mismo sin la tapa hay para aventar hacia arriba, pero los que han despegado tras mostrar el rostro se cuentan con los dedos de las manos.
Guerrero Nocturno entra en esa lista junto a Alberto del Río, Cibernético, Latin Lover y Pagano.
“Lamentablemente porté mi máscara nada más como 3 o 4 años. Tuve una lucha de máscaras contra cabelleras, muy pronto en mi carrera, una ruleta de la muerte. Me tocó perder y tuve que pagar con mi máscara (...) pero no afectó mi carrera. Me pasó algo muy padre, que no a todos se nos da (hasta hubo una persona que me dijo que si yo llegaba a perder mi máscara, pues ojalá me fuera bien como promotor o como ayudante).
Pero, para bien o para mal, en la función donde perdí mi máscara hubo una buena entrada, era una arenita, pero cuando a la siguiente semana me presento como Guerrero Nocturno pero sin máscara entró el doble, jaló más gente. El morbo de conocer al vecino, al amigo, al conocido que era de por aquí, muchos no se quedaron con ganas y sí fueron a corroborar que era yo. De ahí para adelante todas mis luchas fueron sin máscara”, rememora.
Rivales difíciles, ninguno débil

La filosofía de este ídolo es única. Sabe que el primer rival a vencer es uno mismo, el ego, la apatía, el desinterés, los dolores, todo lo que implica ser humano. El dominar su vida y ser disciplinado fue su primer triunfo, pero la batalla nunca termina.
De vez en cuando la vida te pone espaldas planas, te hace llaves de rendición y te quiebra; te deja sin aliento, te hace querer abandonarlo todo, pero ahí es donde entra la fortaleza, el carácter para agarrar al toro por los cuernos y seguir.
Esa batalla ocurre en la mente, pero afuera, en el ring, sus mejores batallas lo hicieron más fuerte.
“Un rival muy fuerte que me costó sangre, sudor y lágrimas combatir contra él, que en paz descanse. Apenas tiene poco tiempo que falleció, el señor Cuco, El Comando Primero. Que fue uno de los forjadores de mi carrera. Él para mí fue una un rival muy fuerte en todos los aspectos, él hizo fuerte a Guerrero Nocturno.
Hay muchísimos más, Los Carontes, recientemente El Poder del Norte. Desde un principio, mi carrera ha estado llena de esfuerzos porque todos los compañeros que he combatido han sido una prueba. Pero gracias a Dios hemos salido con la mano en alto", reconoce.
La lucha da y quita

“La lucha libre así como te da, te quita mucho. Te exige, más bien", mejor dicho, imposible.
Los aficionados pagan un boleto, van a la arena, se toman unas cervezas, le mientan la madre a los luchadores (a quienes después le piden foto) y se van a casa a descansar, desestresados. Pero nadie se da cuenta de los sacrificios detrás del negocio.
Desveladas, hambre, lesiones, pérdidas familiares. La cabeza de un luchador es un caos incluso antes de recibir sillazos o martinetes. Por fortuna, el otro lado de la moneda es muy brillante. Para ser alabado por cientos de aficionados hay que dejar algunas cosas de lado.
"Tienes que dejar mucho a tu familia, cuando te tocan las luchas buenas y tienes que salir no disfrutas a tus hijos, ni a tu esposa. Hace poquito, tiene 2 meses, yo tuve que venir a impartir mi clase mientras mi mamá estaba en el hospital. Pero Dios no se queda con nada, te lo recompensa.
Ahorita, gracias a Dios, estoy estable con mi familia bien, formal, disfruto a mis hijos, disfruto a mis nietos. Y ahora mi jefecita ya está bien, en casa. Aquí estamos. Los sacrificios valen la pena”, explica.
Familia Nocturna, puros guerreros

La mayoría de los luchadores se pierden fechas importantes en familia. Navidades, cumpleaños y más festividades que ocurren al mismo tiempo que se ganan la vida en el ring. Gajes del oficio.
Pero Guerrero Nocturno no sufre por eso. Su esposa, hijas y nietos son sus compañeros de batallas (o rivales, según el caso), gracias a que él los entrenó para el deporte.
“La vida te recompensa, ahora puedo entrenar con mis hijos. Con el más pequeño, con mis hijas. Por cierto, la mayor es un monstruo, es una bestia. Yo no quería que ella fuera luchadora, por eso siempre la entrenaba, pero agresivo. Yo no le regalé nada a mi hija. Yo hice un monstruo de ella, y hace como dos años, ella me ganó la cabellera y me mandó al hospital. Me lastimó la cadera.
Pero mira, ya estoy bien y voy a pedirle la revancha. Y ahora veo a mi otra hija y a mi esposa, que también comparten el ring, vienen a entrenar y se preparan para ser profesionales.
Aunque a la hora de luchar, aunque sea mi mejor amigo ya no existe la amistad. Arriba del ring ya es ‘sálvese quien pueda, o eres tú o soy yo’. Entonces aquí uno busca siempre el triunfo. Se acaba la amistad y sale el deportista que llevas dentro”, dice orgulloso.
Antes de conocerlo, su esposa odiaba las luchas
La victoria más grande para Guerrero Nocturno es disfrutar a su familia arriba de un ring. Gracias a él comenzaron a entrenar, pues su esposa detestaba las luchas y los cuadriláteros antes de conocerlo.
El deportista pasó cuatro años soltero tras una separación, enfocado en perfeccionar su técnica. Luego comenzó a cortejar a una de sus vecinas, la invitaba a sus funciones hasta que accedió.
“Cuando aceptó la invitación, un promotor me preguntó si ella era edecán porque quería que subiera con los carteles. Pero ella respondió ‘yo no me subo a un ring ni loca, me da pena’. Yo respeté su decisión. Pero yo creo que cuando vio los entrenamientos se empezó a motivar.
Tal vez le daba coraje ver cómo maltrataba a mi hija mayor, y le salieron las agallas para subirse a hacer ejercicio, a entrenar. Les enseñé primero lucha olímpica, combates cuerpo a cuerpo. Ella es muy buena para la lucha olímpica. Ya lleva casi 10 años entrenando, ya tiene sus primeras luchas”, presume.
Compañera de lesiones: "pensé abandonarlos"

No todo ha sido miel sobre hojuelas durante los 25 años que lleva arriba del ring. Caer desde las alturas sobre los huesos del rival, o recibir sillazos que te revientan la frente, termina por afectar a la salud.
Actualmente tiene "98 por ciento" del cuerpo en buenas condiciones, pero en algún momento sufrió un giro de cervicales que lo dejó muerto en vida. Todo comenzó como una molestia en el cuello, que ignoró hasta que ya no pudo más.
Sus huesos se movieron, pero lo más grave fue la obstrucción de una de sus venas. La mitad izquierda de su cuerpo dejó de recibir la sangre necesaria, por lo que perdió peso, fuerza y la capacidad de luchar para ganarse la vida.
La depresión golpeó con todo al héroe, y casi lo derrota. Él mismo lo cuenta mejor que nadie:
"Esa etapa fue difícil, al grado de querer dejar todo: retirarme de mi lucha libre, abandonar a mi familia (...) Perdí trabajo, y tuve crisis de nervios, ansiedad, desesperación, angustia, estrés. Tenía trastorno de persecución y quise salir de mi casa, abandonar a mi familia, a mis hijos.
En una ocasión, eran las 3 de la madrugada, ya estaba a punto de salirme, pero cuando quise levantarme de la cama me di cuenta de que estaba amarrado de la cintura a mi esposa. Entonces ella despertó y preguntó '¿a dónde vas?’. Ya me quiero ir, ya no puedo estar aquí, ya no soy útil, ya soy una piltrafa, le respondí. Pero ella me controló.
En la segunda ocasión, toqué mi cuerpo y no sentí ninguna cuerda. Ya cuando me levanté vi que estaba amarrado del pie, y el otro extremo al de mi señora. Ahí me dijo, ‘¿Sabes qué? Si te quieres ir vete’, y me desamarró. ‘Por mí no te preocupes, yo puedo sacar adelante a mis hijos. Puedes irte si quieres. Nada más te digo una cosa, todavía tienes a tu papá y a tu mamá’, dijo.
En ese entonces todavía vivía mi papá, ahorita ya va a cumplir 6 años que falleció, pero ella me hizo recapacitar, me recordó a mis padres y pues gracias a eso volvimos a resurgir.
Estuve alejado de la bendita lucha libre, de mi deporte favorito, 6 años. Mis hijos se enfermaban, mi esposa también. Yo no tenía derecho ni de enfermarme porque la situación era muy difícil. No teníamos ni para tortillas Pero no me quejo, porque fue una prueba que Dios me mandó para ver de qué estábamos hechos”, comparte para MILENIO.
Renacer y ampliar los horizontes: así aprendió a hacer máscaras

Durante esos años lastimado, las cuentas no se pagaban solas y junto a su familia intentó de todo para pagarlas. Su esposa dominaba el oficio de la costura, así que "intentamos de todo. Hicimos hasta bolsas ecológicas, hicimos lapiceras, periqueras, todo ese tipo de costura, pero era muy matado, y con muy poca ganancia".
Esa habilidad de su pareja se combinó con los dotes artísticos del luchador, pues él dibujaba los diseños. Así llegó un día en que uno de sus compañeros le pidió una máscara... la cual tuvieron ese mismo día.
"Era tanta la necesidad, el hambre de mis hijos y de nosotros mismos que la hicimos rápido. Pero no le tomé medidas ni nada. Cuando se la puso me dijo, ‘Ah, pinche pariente, como anillo al dedo’. Le quedó perfecta. Ahí vimos una entradita de dinero. Mi esposa se emocionó y dijo, ‘de aquí soy. No importa que sea difícil. No me importa el trabajo que me cueste, pero lo voy a hacer’".
El cliente satisfecho comenzó a recomendar el trabajo, y la publicidad boca a boca hizo lo suyo. En solo dos meses, nadie menos que Psycho Clown lo llamó personalmente para contratarlo.
"Ya llevamos 5 o 6 años trabajando. Hemos trabajado con muchas estrellas: Las del Rancho, compañeros independientes, actualmente a La Parka nueva le hacemos sus máscaras”.
Enseñar lucha le permitió rescatar a adictos

Guerrero Nocturno es un deportista preparado en lucha olímpica, grecorromana y libre. Pero también imparte clases tanto como para novatos como para avanzados. Ese paso en su carrera lo dio por casualidad, cuando él y sus amigos se quedaron sin maestros en la Arena Atlas.
Él tomó la iniciativa de armar rutinas de ejercicios, primero con lo que otros profesores le enseñaron hasta que encontró su estilo personal.
“A mí me encantan las dos partes, luchas y enseñar. Disfruto estar en un ring, ver a mis alumnos, a un pequeñito que logre una maromita, o un compañero grande que también lo consiga. Es muy gratificante para mí.
Pero cuando subo a luchar, la adrenalina y los nervios no tienen precio. Ver que la gente te apoye, te aplauda, o te miente la madre, eso también es es muy gratificante. Disfruto las dos partes por igual”, comenta.
Esta faceta le permitió involucrarse con su comunidad, no para resolverles la vida sino para ser un guía para que ellos mismos se salvaran, por ejemplo, de adicción a las drogas.
“Ayer precisamente volvimos a rescatar a un compañerito que estaba un poquito mal. Regresó con una gran etiqueta porque ya había entrenado conmigo tiempo atrás. Ayer regresó y volvió a hacer lo que sabía hacer. Y hace unas semanas un chico que ya venía a entrenar aquí me salió con que volvió a caer en ese problema. Hablé seriamente con él y mira, lo volvimos a rescatar.
Hablé con él, le dije ‘tu deporte o tu vicio. Si no, tú sabrás’. Luego llegó a grandes empresas y ahorita al parecer sigue participando en una de las mejores tres empresas”.
¿Qué sigue para Guerrero Nocturno?

Durante las últimas dos décadas, el Dueño de la Noche pisó sus arenas de ensueño: Neza, San Juan Pantitlán, López Mateos, Naucalpan, Budocán, "las he conocido a más no poder".
Todavía no piensa en el retiro.
En cinco años, "quiero seguir activo, entrenando con mis niños, y tener a mi familia más capacitada. Seguir luchando, seguir trabajando mis máscaras. Un poquito más mejorado, todos los cambios son para mejorar.
Lo más importante es la actitud, tu iniciativa de decir “sí puedo”. En el momento en que dices, "No voy a poder, es que no creo, es que no sé, nunca he hecho”, ya estás perdido. La base es que tú mismo creas en ti. Eso es lo que siempre te va a sacar adelante.
A nosotros nos decían nuestros profesores: para ser luchador te tienes que creer luchador, te tienes que sentir luchador y tienes que parecer luchador. En todos los aspectos, cómo vistes, cómo calzas, cómo es tu cuerpo.
Entonces, lo que yo hice fue eso, creer en mí mismo. Y he combatido con personas más grandes, pero eso fue lo que me sacó adelante.
El peor rival, el más fuerte eres tú mismo”, concluye.
Guerrero Nocturno sigue activo, como luchador y maestro, en la Arena del Valle de Penta el Zero Miedo. Donde amablemente concedió esta entrevista. No pierdas oportunidad de conocerlo.
Muchas gracias por todo, profesor.
SNGZ