El Departamento de Justicia de Estados Unidos confirmó el arresto de David Taylor y Michelle Brannon, un hombre y una mujer identificados como líderes de una red de tráfico de personas y lavado de dinero que operaba bajo la fachada de una organización religiosa.
Taylor, de 53 años de edad, se presentaba a sí mismo como un apóstol al frente de la Iglesia Global del Reino de Dios (Kingdom of God Global Church en inglés), mientras que Brannon trabajaba como su directora ejecutiva.
Según las investigaciones del gobierno estadunidense, los acusados explotaban a sus seguidores y los forzaban a trabajar en centros de atención telefónica, conocidos como call centers, para recabar millones de dólares al año. ¿Cómo funcionaba su esquema? En MILENIO te contamos.
La red criminal de la Iglesia del Reino de Dios
"Bienvenido al Ministerio de Enseñanza de David Taylor, donde millones alrededor del mundo están experimentando a Jesús cara a cara" es la frase que recibe a quien ingresa a una de las páginas de internet de la organización, la cual se presenta como una iglesia ligada al cristianismo en Michigan.
Las indagatorias señalan que David Taylor se encargaba de reclutar personas a lo largo del país desde 2013 para trabajar como asistentes telefónicos en call centers que instaló en tanto en Michigan como en Missouri, Florida y Texas.
El único propósito de estos espacios era conseguir donaciones para su culto, por lo que a los empleados se les obligaba a cubrir una cuota diaria de llamadas sin recibir ningún pago a cambio.
Acorde con la acusación en la Corte para el Distrito Este de Michigan, David Taylor utilizaba los donativos para mantener una vida llena de lujos. Se estima que entre 2014 y 2025 logró acumular una fortuna de 50 millones de dólares.

De igual forma, las autoridades advierten que Taylor reclutó a varias personas para ser sus "escuderas". Entre las tareas que les asignaba resaltan el llevarle comida y transportarlo a donde quisiera, así como realizar el mantenimiento de sus casas.
El expediente revela que, además, estas personas se encargaban de llevar mujeres desde las instalaciones de su ministerio o de algunos aeropuertos hasta el lugar en donde él estuviera. "Se aseguraban de que las mujeres que le llevaban a Taylor tomaran anticonceptivos de emergencia".
Al igual que quienes trabajaban en los call centers, los asistentes personales de Taylor no recibían ninguna paga. En caso de que alguien no cumpliera con los deseos del autollamado líder religioso, recibía castigos como humillaciones, privación del sueño, trabajo adicional, restricciones alimenticias, agresiones físicas y amenazas sobre un juicio divino y una "maldición eterna".
Las víctimas de esta red de explotación eran orilladas a cortar cualquier vínculo con familiares o amigos que cuestionaran su participación en la iglesia de David Taylor; además, las obligaban a dormir en los call centers, o bien, en alguna de las propiedades utilizadas como ministerio.
¿Cómo obtenían el dinero?
Además de financiar su ostentosa vida mediante los donativos, David Taylor y Michelle Brannon forzaban a sus víctimas a inscribirse en un programa gubernamental de asistencia nutricional.
Para ello, debían hacerse pasar por personas sin hogar para recibir una tarjeta con la que podían comprar comida. Los fondos de dicha iniciativa eran acaparados por Taylor, Brannon y su equipo de ayudantes para adquirir sus propios alimentos.
Para convencer a las personas de trabajar en sus call centers, Taylor y Brannon presumían que los donativos serían utilizados en trabajos de caridad que ayudaran a comunidades marginadas. En realidad, gastaban el dinero en automóviles de lujo, vehículos todo terreno, jet skis y hasta un bote.
En una serie de mensajes, compartidos a las autoridades por una de las víctimas, Taylor ordenó que le arrojaran agua a todos los trabajadores que mostraran signos de cansancio e instruyó que le retiraran los alimentos a quienes no habían cumplido con el objetivo fijado de donaciones.
Hasta agosto de 2025, las autoridades estadunidenses pudieron identificar al menos a ocho víctimas de trabajos forzados del supuesto líder religioso.
Tanto David Taylor como Michelle Brannon enfrentarán cargos por trabajo forzado y conspiración para lavado de dinero. Los delitos que se les imputan podrían alcanzar una pena máxima conjunta de hasta 60 años de cárcel y una multa acumulada de un millón de dólares.
BM.