Ismael Zambada García llegó a su audiencia de culpabilidad por su propio pie y saludando a todos, una imagen muy diferente a la del hombre que llegó en silla de ruedas a su primera audiencia, en El Paso, Texas, tras su arresto en julio de 2024.
"Buenas tardes", dijo al aire en cuanto entró a la Sala 10A Sur, en la corte federal de Brooklyn, Nueva York presidida por el juez Brian Cogan.
A diferencia de cuando pisó suelo norteamericano, que tenía el cabello oscuro y sin barba, Zambada García lució con el cabello y la barba completamente canos, aunque eso sí, abundantes.
La sala estaba repleta de personas. El juez, sus abogados, los fiscales que lo acusaban, más de 30 agentes de la Administración para el Control de Drogas (DEA), Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI), el Buró Federal de Investigaciones (FBI) y el Servicio de Marshals de los Estados Unidos (USMU), además de un puñado de reporteros.
Aunque el mexicano estaba a las puertas de su culpabilidad, lucía tranquilo y en algún momento incluso confiado. Comenzó meciéndose en su silla, mientras el juez Cogan le explicaba a detalle lo que estaba a punto de hacer, para asegurarse de que estaba consciente de sus implicaciones, como que no podría apelar su propia culpabilidad ni solicitar un juicio por el mismo caso.
Antes de proceder a la lectura de los delitos que asumió el mexicano, a Zambada se le pidió ponerse de pie, levantar su mano derecha y jurar solemnemente decir solo la verdad.
"Sí, acepto", dijo el fundador del Cártel de Sinaloa.

"Ismael Zambada García (…) 75 años (…) hasta sexto año (…) en Sinaloa", respondió El Mayo a las primeras preguntas del juez, quien quería saber su nombre completo, edad, grado de estudios y lugar donde estudió.
Zambada admitió, por ejemplo, que toma medicamentos para un problema en la rodilla, pero no más.
Los orígenes del capo
Aunque Estados Unidos solamente lo acusó por haber participado en el Cártel de Sinaloa entre 1989 y 2024, cuando el capo mexicano tomó la palabra, aseguró que se involucró en el tráfico de drogas apenas cumplió la mayoría de edad.
"Empecé a involucrarme en las drogas ilegales en 1969, cuando tenía 19 años y planté mariguana por primera vez", dijo.
El líder narco confesó que traficó al menos un millón y medio de kilos de cocaína, "durante mis más de 50 años de esta actividad".
Algunas veces apenas y se podía escuchar lo que decía El Señor del Sombrero, otro de los apodos que tenía en el oscuro mundo criminal. De forma paralela a su acuerdo, en el que se declaró culpable de un cargo por crimen organizado y otro por violar leyes federales contra el crimen organizado, detalló cómo estaba estructurada su red criminal.
"Tenía socios de confianza (…) yo mismo trabajaba con muchos de ellos", dijo El Mayo "otros que trabajaban para mí se encargaban de la logística".

Colaboración de autoridades con el narco
Zambada, sin dar más detalles, confirmó lo que otros casos ya habían traído a la luz: que autoridades mexicanas, de distintos niveles de gobierno, se encontraban en la nómina del Cártel de Sinaloa para dar protección a los cargamentos de droga que apuntaban normalmente al norte del Río Bravo.
El Mayo dijo que pagó a "policías, mandos militares y políticos", por seguridad, y que gracias a su empresa criminal "hubo cientos de millones de dólares en pagos por estas drogas cada año".
En una especie de mea culpa, el mexicano reconoció que su negocio también causó una etapa sangrienta de guerra entre cárteles, que reventó a finales de los 80 e inicios de los 90, cuando se conformó formalmente la Federación de Sinaloa, que eventualmente se convertiría en el Cártel de Sinaloa.
"También tenía a mi servicio a un gran número de hombres armados (…) en última instancia todos estaban bajo mi control. Muchos miembros de mi organización también fueron asesinados. (…) pido perdón a todos los que han sufrido o se han visto afectados por mis acciones".
Acto seguido, el juez Cogan admitió su culpabilidad, formalizando así la caída de la leyenda criminal, El Mayo Zambada, el histórico líder del Cártel de Sinaloa.

La celebración
Algunas horas después, Estados Unidos celebraba. La fiscal general, Pamela Bondi, dejó Washington para visitar Nueva York y, durante una conferencia de prensa, presumir el logro.
"El Mayo pasará el resto de su vida detrás de las rejas. Morirá en una prisión federal de Estados Unidos, donde pertenece (…) este hombre, El Mayo, vivía como un rey y ahora vive como un criminal por el resto de su vida. Vivía en un palacio y ahora va a estar en una prisión", dijo la procuradora de los Estados Unidos.
La fiscal estuvo acompañada por el jefe de la agencia antidrogas, la DEA, Terrance Cole, —casi recién llegado al cargo y convertido rápidamente en uno de los hombres de confianza de la administración del presidente Donald Trump— quien aseguró que El Mayo es una muestra de que nadie es invulnerable.
"Cuando me uní a este caso hace años algunas veces se nos decía que perseguíamos sombras. Leyendas de hombres que se creía que eran intocables.
"Uno de esos hombres era El Mayo (…) esta no es solo otra declaratoria. Es el colapso de un mito, que los líderes de los cárteles están más allá del alcance de la justicia estadunidense", dijo Cole.
Zambada volverá a la corte de Brooklyn el 13 de enero de 2026, para conocer su sentencia. Los lineamientos federales de Estados Unidos y la fiscalía apuntan a que el mexicano recibirá prisión de por vida, pero resta conocer en qué prisión cumplirá su pena.

ksh