Karen Vega nació en Oaxaca. A los 14 años aún no soñaba con pasarelas ni flashes, pero el destino tenía otros planes. En julio de 2020, su rostro moreno y sereno apareció en la portada de Vogue México.
Hacía historia: se convertía en la primera modelo oaxaqueña en pisar las páginas de la revista más influyente del mundo de la moda.
Pero Karen no se detuvo ahí. Cuatro años después, su historia sigue desafiando paradigmas.
El rostro indígena que transformó la moda y rompió estereotipos
Recién llegada a la Ciudad de México, tocó puertas en agencias de modelaje que aún parecen hechas para mujeres que miden más de 1.80, usan talla cero y tienen rasgos caucásicos, no indígenas. Era hora de romper con esos estereotipos que, además, poco tienen que ver con la realidad del cuerpo femenino mexicano.
“Desgraciadamente, para mí, mi estatura sigue sin ser tan aceptada y siendo muy pequeña para el mundo de la moda. Mido 1.70. La ropa es mini, es talla cero. Todavía quieren a gente blanca, de 1.80 y superdelgadas”, dice Karen.
Es esa valentía, esa autenticidad, lo que conecta con su audiencia.
Hace poco, una mujer le escribió: "Gracias por subir tus fotos y amar tu piel morena. Mi hija es morena y no le gusta su piel".
Karen, sin buscarlo, se ha convertido en un espejo en el que muchas niñas se miran por primera vez con amor.
Muchas mujeres le escriben, diciéndole: "Yo nunca me pude ver representada". “Yo tenía ese sueño y lo cumplí, a través de ti. Gracias”.
Frente a los micrófonos del pódcast Pioneras de MILENIO, conducido por las periodistas Claudia Solera, Janet Mérida y Cinthya Sánchez, Karen admite que los prejuicios en la industria siguen vigentes: la altura, el color de piel, la talla. Pero no los ve como obstáculos, sino como oportunidades para abrir camino a las nuevas generaciones.

Para ella, ser modelo es ser vocera de las mujeres que nunca se sintieron representadas en la moda. Sueña con una belleza mexicana diversa, con cuerpos reales y sin estándares imposibles.
"No soñaba con ser modelo", confesó.
Todo cambió cuando conoció al diseñador Pompi García y al fotógrafo Enrique Leyva. Juntos crearon "Realismo mágico", un proyecto visual para retratar la belleza indígena del sur de México. Fue su primera sesión fotográfica y el inicio de una carrera que hoy abre caminos.
"Todos somos hermosos. Lo que la gente ve feo en ti, es lo más hermoso que tienes", dice Karen, convencida de que su fuerza está en mostrarse tal como es.
¿Cuáles son sus aspiraciones, más allá del modelaje?
Inspirada por figuras como Naomi Campbell —la primera modelo negra en aparecer en la portada de Vogue Francia— y Yalitza Aparicio —la primera actriz mixteca en la portada de Vogue México, en 2018—, Karen entiende que su papel va más allá de la moda.
"Yalitza fue una señal para mí. Ahora yo quiero ser esa señal para otras chicas", afirma.
En agosto de 2024 con motivo del 25 aniversario de Vogue México y Latinoamérica, Yalitza Aparicio y Karen Vega aparecieron en la portada tomadas de la mano, como símbolo de alianza. El título lo decía todo: “¡Cumplimos 25 años! Y por eso rendimos un homenaje a las mujeres, sus trenzas y sus historias”.
Dentro, Vogue escribió:
“A algunas abuelas y madres se les escucha decir que en los momentos en que te invade la tristeza, una trenza podría prevenir que ese dolor atraviese el corazón, pues bien sabemos que cuando la cabeza o el corazón pierden la calma, la persona puede ser arrastrada a una oscuridad llena de soledad, sin importar el contexto detrás. Hoy por hoy, conozco a personas que siguen el consejo de sus abuelas y las usan con este fin: escapar del pesar”.
Sus raíces chiapanecas y oaxaqueñas hoy son su sello, pero no siempre fue fácil.
Cuando lanzó Realismo Mágico, Pompi y Enrique —su primer equipo— le pidieron que dejara el celular en casa ese día. Temían que los comentarios pudieran ser tan crueles y racistas como los que recibió Yalitza tras protagonizar la película Roma y comenzar a abrir los caminos en el modelaje para las mujeres indígenas como ella. Querían protegerla.
“Pero afortunadamente, la gente me abrazó muchísimo. Todos estaban muy felices. Realmente agradezco que la gente fue buena conmigo, porque siento que a los 14 años no estaba preparada emocionalmente para lo contrario. No sé si lo hubiera soportado”, recuerda.
A pesar del reconocimiento, el camino no ha sido fácil. Mudarse a la Ciudad de México significó dejar atrás a su madre, María del Socorro, quien trabaja como ayudante doméstica.
"Ella es mi inspiración. Es bajita, morena, fuerte. Es la mujer más feliz por lo que estoy viviendo", cuenta.
Karen sueña con darle una vida mejor.

Hoy estudia actuación y repostería. Sueña con tener su propia marca de postres, ahorrar para pagar la universidad y estudiar diseño de modas, su sueño original.
También quiere comprar las mejores croquetas para sus cinco perros. Pero, sobre todo, carga un propósito claro: demostrar que la belleza mexicana no cabe en una sola talla ni en un solo color.

ksh