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Bol Nazas, un sueño de 1986 que hizo chuza en la historia de Torreón; así fue su inauguración

Las puertas del Bol Nazas se cerraron, dejando solo el eco de risas y aplausos en la memoria de quienes alguna vez lanzaron una bola en sus pistas.

El 19 de noviembre de 1986, bajo las luces de una noche que presagiaba historia, Torreón vio nacer un santuario del boliche: el Bol Nazas. Frente al Bosque Venustiano Carranza, donde los árboles murmuran relatos de antaño, se abrieron las puertas de este recinto que prometía ser el hogar de los amantes de este deporte.

La comunidad lagunera, expectante, presenció un momento de júbilo cuando el gobernador de Coahuila, José De Las Fuentes Rodríguez, junto al alcalde Manlio Favio Gómez Uranga, develaron la placa conmemorativa, marcando el inicio de una era.

El acto inaugural no pudo haber sido más simbólico. Con el fervor de quienes saben que están inscribiendo su nombre en la historia, el gobernador lanzó la primera bola sobre la mesa número 12. La expectativa se rompió en un estruendo de aplausos cuando logró una chuza, como si el destino mismo le hubiese concedido el honor de bendecir la pista con su precisión.

Las puertas del Bol Nazas se cerraron, dejando solo el eco de risas y aplausos en la memoria de quienes alguna vez lanzaron una bola en sus pistas.
El Bol Nazas, se ubicaba frente al Bosque Venustiano Carranza,. | Archivo

El Bol Nazas no era solo un centro de boliche; era un testimonio del avance y la pasión deportiva de la región. Sus 24 pistas automáticas ofrecían acomodo para 120 jugadores simultáneamente, convirtiéndolo en un recinto de primer nivel. Una cafetería espaciosa y acogedora permitía a los visitantes disfrutar de un respiro entre partidas, mientras que una tienda especializada proveía de equipo a los entusiastas del deporte. La climatización aseguraba un ambiente agradable, ideal para las jornadas de competencia y esparcimiento.

El recinto fue bendecido en su inauguración

El evento contó con la bendición del reverendo Víctor Manuel Frías, quien dedicó palabras de esperanza y buenos augurios para el recinto. Entre los asistentes, destacadas personalidades del ámbito deportivo y social compartieron la emoción del momento, mientras recorrían las modernas instalaciones, que incluían un amplio estacionamiento para 120 vehículos y la promesa de una cafetería al aire libre para los días cálidos de verano.

Aquel día, el Bol Nazas se convirtió en más que un edificio; fue un punto de encuentro, un hogar para los bolichistas, un testimonio de que los sueños, cuando se persiguen con empeño, se materializan en madera y aceite, en bolos y strikes.

Sin embargo, el tiempo, implacable en su andar, terminó por apagar las luces de este templo del boliche. Lo que en su momento fue un espacio vibrante y lleno de vida, hoy ya no existe.

Las puertas del Bol Nazas se cerraron, dejando solo el eco de risas y aplausos en la memoria de quienes alguna vez lanzaron una bola en sus pistas. El recinto que albergó tantas victorias y momentos inolvidables ha sido destinado a un nuevo propósito, adaptándose a los cambios de la ciudad y sus necesidades.

Las puertas del Bol Nazas se cerraron, dejando solo el eco de risas y aplausos en la memoria de quienes alguna vez lanzaron una bola en sus pistas.
El Bol Nazas se convirtió en más que un edificio; fue un punto de encuentro, un hogar para los bolichistas. | Archivo

Carlos Fernando García, periodista que dedicó su vida a relatar los deportes

Pero la historia del Bol Nazas no solo quedó impresa en la memoria de quienes lo visitaron, sino también en el papel, gracias a la pluma de Carlos Fernando García García. Fue él quien, con la precisión de un maestro del oficio, cubrió para el diario La Opinión aquella noche de inauguración, inmortalizando con sus palabras el fervor y la grandeza del momento. 

Carlos Fernando, periodista incansable y apasionado del deporte, dedicó su vida a relatar gestas en las canchas, en los tatamis y, aquella noche, en las pistas de boliche. Conocido entre los suyos como "El Tío", fue instructor de judo, guitarrista y un narrador de almas y hazañas. Hoy, su ausencia deja un eco en las redacciones y en las páginas donde alguna vez habitó su talento, pero su legado, al igual que el Bol Nazas, sigue vivo en la nostalgia de quienes lo recuerdan.

Las puertas del Bol Nazas se cerraron, dejando solo el eco de risas y aplausos en la memoria de quienes alguna vez lanzaron una bola en sus pistas.
Carlos Fernando García García. | Archivo

Aunque sus pistas ya no resuenen con el impacto de los bolos cayendo, el Bol Nazas sigue vivo en la nostalgia de quienes lo conocieron. En cada historia contada, en cada recuerdo compartido, se mantiene el espíritu de aquel lugar donde, por un tiempo, el boliche fue rey en Torreón.

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Antonio Ramírez
  • Antonio Ramírez
  • Editor Web, formado en Comunicación por la UAdeC y forjado en el arte del periodismo. Amante del cine, los libros y las galaxias muy, muy lejanas. Busco historias para narrar con mirada poética.
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