En un ambiente cargado de solemnidad y recogimiento espiritual, se llevó a cabo la décima edición de la Procesión del Silencio en el Pueblo Mágico de Viesca, evento que se consolida como uno de los principales atractivos turísticos y religiosos de la región lagunera durante la Semana Santa.
Desde las 17:00 horas, la Parroquia de Santiago Apóstol comenzó a recibir a los fieles que participarían activamente en esta manifestación de fe. El recorrido abarcó las principales calles de la cabecera municipal, en medio de un profundo respeto y devoción.

El acto fue encabezado por la imagen de la Virgen de la Soledad, símbolo del luto de María por la muerte de Jesús. Vestida con túnica negra, sostenía entre sus manos un pañuelo blanco bordado a mano con hilos dorados. Su altar, adornado con flores blancas, fue cargado por cofrades que acompañaron la caminata en completo silencio.
La Procesión del Silencio inició en punto de las 19:00 horas, encabezada por una banda de guerra cuyos tambores marcaban el paso del contingente. A su paso, una estela de incienso y copal contrastaba con la luz cálida de veladoras, cirios y antorchas que portaban los asistentes.
Previo al recorrido, el párroco Mario Alberto Robles Ruiz ofició una misa solemne en el templo principal, donde destacó la importancia de esta tradición religiosa, rescatada en los últimos años en Viesca como parte del fortalecimiento de las raíces católicas del municipio.
Conforme avanzaba la noche, las calles del Pueblo Mágico se tornaron en un escenario de fe. Varias viviendas fueron decoradas con flores blancas y moradas, imágenes de la Virgen María, el Santo Madero y representaciones de Cristo crucificado. El eco de los tambores acompañó el silencio respetuoso que reinó durante todo el trayecto.
El recorrido culminó en la plaza principal, donde la Camerata de Coahuila ofreció un recital íntimo para los habitantes y visitantes que se dieron cita este Viernes Santo.
Al finalizar, se celebró la tradicional verbena popular, donde se ofrecieron antojitos mexicanos, artesanías locales y el emblemático pan mamón de Viesca, en un ambiente familiar que mezcló lo sagrado con la convivencia comunitaria.
edaa