Hace casi dos años, la profesora Jemima Peláez inició un movimiento que ha llamado la atención a nivel nacional e internacional.
Comenzó cuando salió a correr y vio a algunos pequeños acompañando a sus padres en los cruceros vehículares sin estudiar, en ese momento comenzó a idear una estrategia para brindarles una breve enseñanza, porque a diferencia de otros menores en el país, ellos no tenían acceso a la tecnología ni a las clases que por televisión de impartían.
Sus padres, provenían de otros municipios del estado quienes llegaron a Querétaro a buscar mayores posibilidades económicas ante las nulas oportunidades laborales que tenían por el cierre de empresas, negocios y de centros de construcción.
Así, en plena pandemia, la profesora Jemima Peláez comenzó un movimiento que ha llamado la atención a nivel nacional e internacional.
“El semáforo empieza a crecer y actualmente somos 30 semáforos activos de diferentes puntos del estado de Querétaro. Ya también estamos en Jalisco, Veracruz, Estado de México, Ciudad de México, y hemos compartido el proyecto pedagógico a dos países más, a Colombia y a Nicaragua” relató a MILENIO.
Con ayuda de voluntarios, que no tienen formación académica, imparten clases en los semáforos a los niños que acompañan a sus padres a trabajar y que, ahora que regresó la “normalidad”, no pudieron retornar a las aulas.
Algunos de los pequeños sueñan con regresar a clases, pues a penas y conocieron una escuela físicamente; otros, la falta de un acceso a la tecnología les dejó tal retraso que ya no les fue posible seguir un año escolarizado, y se incorporaron al de Conafe.
“Las barreras de acceso que surgieron durante la pandemia dejaron a muchos niños en un escenario muy complicado y muy difícil de seguir en la educación porque familiares fallecieron, porque los padres se separaron, de temas porque los padres tienen que salir a la calle de pronto a vender más tiempo y no tienen el espacio. Nosotros somos un acompañamiento educativo y hemos podido lograr insertar a algunos alumnos”
Este programa no solo da cabida a los menores que hacen acompañamiento a sus padres diariamente en los semáforos o ventas de artesanías, sino a aquellos que si bien habitan en la zona metropolitana tienen un retraso significativo.
La iniciativa En el Semáforo se Aprende también ha sumado a menores migrantes y ha tenido tal éxito que ya han pedido a la profesora asesoría para replicarla.
Los estudios que imparten tienen reconocimiento oficial, a través del Consejo Nacional de Fomento Educativo, y uno de esos casos es el de Isabel Pérez, quien en medio de los semáforos pudo concluir su educación secundaria, y ya aspira a estudiar nivel universitario.
“Aquí en la ciudad me dedico a vender bolsas para la basura, bueno somos comerciantes. Y ella empezó a darle clases a mi sobrino y ya de ahí yo la fui conociendo y le pregunto yo quiero seguir estudiando, no sé si me pueda ayudar y me dijo que sí. Nada más déjame checar para ayudarte, y qué papeles necesitas y fue así como en medio año en lo que ella buscó la secundaria y todo y ya después me dijo ya vas a entrar a la secundaria y ya la terminé y vamos para prepa (Qué es lo que sigue, qué es lo que te gusta) Ahorita voy por la prepa y espero terminarla pronto y en un año y medio más o menos el terminarla. Aun no estoy segura que es lo que quiero pero si quisiera estudiar una carrera”.
Carlitos, es un pequeño de escasos seis años, que pone atención a las canciones que le pone su profesora que va algunos días a la semana, y emocionado llega con una mochila y colores que usaba cuando fue por pocos días al kinder.
“Solo esta, pero en la casa sí (¿Sí ibas a la escuela con tus compañeros?), nada más que allá me salí (¿Por qué?), No sé, pero todos dijeron que por el coronavirus (¿Y desde entonces ya no has regresado a la escuela?) No. (¿Sí te gustaría regresar a la escuela?) Ajá, quiero regresar al kínder algún día”.
Los padres de los pequeños aprovechan para descansar y comer un rato en la Plaza Fundadores, y observaban a la distancia, narran que trabajan en la construcción o vendiendo artesanías en el Centro Histórico.
Santiago Gervacio, proviene de Amealco, y trabaja en la construcción haciendo trabajos de albañilería, y sólo en este ciclo escolar dejará a sus pequeños en este sistema educativo porque para el otro, le recomendaron inscribirlo en un escolarizado para tener una de mayor calidad.
“Antes de empezar la pandemia si estaba, pero de ahí ya no siguieron estudiando y el próximo ciclo lo vamos a inscribir en una escuela. (¿Y va a ser aquí?), si va a ser aquí en Querétaro”.
El proyecto “En el semáforo se aprende” es formalmente una asociación civil que busca apoyar también económicamente a los pequeños a través de padrinos. Los interesados en hacer donativos pueden comunicarse al 442 226 9362.
ledz