Manuel Emir Mejía Rocha, estudiante de Ingeniería en Mecatrónica en la Universidad Tecnológica de Torreón (UTT) y originario de Congregación Hidalgo, Matamoros, Coahuila, hizo realidad un sueño: convertirse en atleta de alto rendimiento, representar a su estado y subir al podio nacional.
A sus 18 años, y pese a los obstáculos y escaso apoyo institucional, Emir logró conquistar la medalla de plata en la Olimpiada Nacional 2025 en la disciplina de taekwondo.

Sacrificio diario para alcanzar una meta
Con entusiasmo visible incluso al recordar su hazaña, Emir relató a MILENIO-La Afición el esfuerzo constante que implicaba trasladarse desde su comunidad, más allá de "Las Meloneras", hasta Torreón para entrenar con su maestra Mayra Martos. Ella lo descubrió, lo motivó y lo preparó técnicamente hasta llevarlo al nivel de competencia nacional.
Emir mide 2.06 metros y compitió en la categoría de más de 80 kilogramos, donde su desempeño y estatura lo hicieron destacar.
Una ruta de superación
La justa nacional se celebró en Guadalajara. Emir se mantuvo concentrado y narró el proceso que lo llevó hasta la final:
“Inicié en el estatal enfrentando a dos atletas de Torreón, luego en el regional vencí a un rival de Zacatecas, y así gané el pase al Nacional. Ahí derroté a representantes de Guanajuato y Baja California, a este último por nocaut, y en la final enfrenté a Jalisco, seleccionado nacional. Perdí, pero me reconoció como rival fuerte. Aún no asimilo que soy el segundo mejor del país”.
Obstáculos económicos y apoyos clave
Desde el inicio, Emir enfrentó dificultades económicas.
“No sabía a qué me enfrentaba. Pedí apoyo al municipio de Matamoros y me ignoraron. Fueron mis maestros quienes me ayudaron con hospedaje y transporte, y mi hermana, quien con su sueldo me apoyaba para mis comidas”, contó.
Ya en la etapa regional, el gobierno estatal cubrió gastos básicos. Su agradecimiento se extiende a todos los que creyeron en él, especialmente a su entrenadora: “Mayra Martos ha sido fundamental. Me formó desde cinta blanca, me motivó, trabajamos técnica y esfuerzo. Ella incluso me apoyó económicamente”.
Con la mirada en el futuro: metas 2026
Lejos de conformarse, Emir ya piensa en lo que viene.
“En 2026 vienen los torneos de ranking, los selectivos nacionales, con miras a Panamericanos, Mundiales y Juegos Olímpicos. Ya vi hasta dónde puedo llegar”, afirma con determinación.
También agradeció al rector de la UTT, a su familia y a su amigo Michel Sandarte, quien lo motivó en cada entrenamiento.
Del basquetbol al tatami, por amor al arte marcial
Aunque su físico podría servirle para otros deportes, el taekwondo lo eligió gracias a una coincidencia.
“Empecé en el basquetbol, jugaba de poste y me veían potencial. Pero conocí a una muchacha, fue mi pareja un tiempo y me llevó al taekwondo. Ahí me conoció mi maestra, y lo demás es historia”, finalizó Emir, hoy uno de los mejores taekwondoínes juveniles de México.
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