Llegar al final de un año cierra siempre un ciclo a nivel de conciencia. El inconsciente colectivo, después de haberlo repetido miles de veces, asume que tras 365 días -por arbitraria que resulte esa cuenta-, muere algo para dar paso a lo nuevo, cualquier cosa que eso sea.
Es por eso que cuando es necesario modificar algo en nuestras vidas, la realización de prácticas y rituales durante la apertura de estos “portales”, refuerza y promueve que el cambio se dé con mayor facilidad.
Dicen antropólogos y sociólogos que el ser humano es una criatura ritual. Lo que es afuera es adentro y los rituales externos conectan con el inconsciente colectivo pero también con el individual.
Esta certeza de que los rituales nos acercan de manera automática mediante la experiencia, a comprensiones que de otra manera son difíciles de obtener, la comparten diversas tradiciones y prácticas espirituales como el Yoga. Tal es el caso de los 108 Saludos al Sol, una práctica físicamente demandante, que se realiza para celebrar y concretar cambios de ciclos.
En la tradición hindú el número 108 es considerado un número con un alto poder espiritual. Para empezar el número 1 representa lo divino, la unicidad, es decir, a Dios; el 0 representa la vacuidad y el 8 representa lo eterno o lo infinito, por lo que 108 es considerado un número sagrado y completo.
Surya Namaskara, el nombre en sánscrito de los Saludos al Sol, deriva de la palabra Surya que significa sol y Namaskara, que se refiere a saludo o reverencia. Para la tradición hinduista Surya representa la fuente de luz por excelencia, que a su vez está asociada a los estados espirituales “iluminados” de los grandes sabios y maestros.
Además de fortalecer los grandes grupos musculares y masajear la columna y los órganos internos, esta secuencia de 12 asanas que debe sincronizarse con la respiración, trabaja especialmente con el chakra del plexo solar ubicado en el abdomen, el cual conecta con muchos de los más importantes canales energéticos del cuerpo. En este chakra se ubica la conciencia de la voluntad, lo que posibilita la consecución de proyectos y anhelos.
Lo primero que hay que hacer para alcanzar una meta, de acuerdo a la tradición yóguica, es sembrar una intención o sankalpa. Un sankalpa es una frase corta y positiva para ser utilizada al inicio de la práctica con una intención, ya sea para mejorar algún aspecto de la vida, cambiar algún hábito, o materializar cualquier deseo que se quiera lograr en el año que está por iniciar.