Cultura

Entre textiles y pinceladas, el arte de TT Zarzar revive las raíces del desierto lagunero

La exposición de TT Zarzar tardó aproximadamente dos años en realizarse y homenajear la cultura del desierto con pintura, textiles e instalaciones interactivas.

Transitar es dejar huellas, reconocer las raíces, afirma TT Zarzar quien a través de diversos soportes pictóricos le rinde un homenaje a la cultura del desierto. 

No es casual que entre lechuguillas, cardenches, huizaches o peyotes, el paisaje lagunero se desdibuje entre pinceladas que, a distancia, permiten que emerja esa sensación agobiante de calor entre el vaivén de textiles.

En entrevista para MILENIO, la pintora asegura que al salir a recorrer parajes en la zona, se encontró con la realidad de que los laguneros contemporáneos no habitan el desierto aunque se jactan de haberlo vencido. Pero en esta región dominada por lagunas sí habitaron por miles de años los cazadores recolectores que aprovecharon los ciclos de manera respetuosa.

“Soy TT Zarzar, artista visual. Esta exposición es una obra muy distinta a lo que había hecho, la presento como un recorrido y es una analogía entre el cuerpo, el territorio y la pintura; el cómo a través de la memoria y de las raíces, así como de las huellas que vamos dejando, podemos conocernos y reconocernos”.

Lo que vemos de inmediato es el color del desierto

"Sí, claro, nos reconocemos en el territorio que habitamos, no hay cuerpo si no hay territorio. La muestra trata de romper el esquema de la pintura tradicional, yo soy pintora y este es el lenguaje más cómodo y el que más conozco, y empiezo desde la ruptura de la tela, del desprender del lienzo, mostrar el esqueleto como tal, el cuerpo como tal, y empiezo a llegar al textil que me permite tejer una historia y regresar a las raíces en este camino de conocernos.

¿Hay intencionalidad? Porque en tu pintura se observa al cacto sagrado, ¿A dónde fuiste para lograr captar este paisaje?"

"Estuve haciendo recorridos en territorios de Coahuila. Una parte de la inspiración viene de ahí, de caminar y de ver cómo el territorio te va llevando, te sana y te transforma. Yo no había tenido ese acercamiento con mi territorio como tal y cuando lo tengo me inspira a crear cosas que ni siquiera yo creía tener en cercanía hacia las plantas, hacia la naturaleza. Las plantas medicinales, la verdad es que son plantas desérticas pero todas tienen propiedades, y hay remedios básicos que no conocemos porque hemos perdido esas raíces o saberes".

¿Cuánto tiempo le dedicaste a esta exposición?

"Esta exposición tiene aproximadamente dos años en proceso, no totalmente porque tuve una serie en encapsulado y estuve moviendo muchas piezas por otros lados pero a la par iban saliendo, como iban muy de la mano, visualmente son recursos muy distintos, pero van muy de la mano con el tema. La idea de la exposición es ahora sí que la recorran, la transiten para observarse a sí mismos. Es como buscar primero los síntomas, primero empiezas a buscarte a ti mismo con el quién soy, de dónde vengo, un punto de partida para describirte, para decir yo soy esto o aquello, empiezas a nombrar y a tener algo porque al nombrarlo tú ya eres. Por ejemplo este cuadro ya es un personaje, es El Yuta, ya tiene identidad, pero donde siempre tienes que buscar es en el pasado, en tus raíces. Si no vas a encontrar un remedio para un síntoma pero realmente lo que vas a encontrar para conocerte es buscar dentro de lo que ya tienes en tus cimientos, lo que vas guardando de tus creencias".

TT Zarzar comentó que existe una sección pictórica que observa como un tratamiento, pues se observa que con ellas se activa el espectador. Como una pieza que asegura está incompleta y se activa cuando un invitado llega y coloca una sección que le falta. Incluso si no lo hacen, la interacción continúa entre la obra y el espectador.

“Hay una pieza incompleta. Está diseñada para que dos invitados traigan su granito de arena o una pieza que se les entregó y la coloquen. La obra se completa con la acción, si el invitado que tiene la pieza faltante decide no presentarse, ese hecho sigue siendo parte de la obra; si deciden ponerla o quitarla será como reconocerse en ello. Otra pieza que es también de tratamiento, es el Huerto medicinal pictórico que se encuentra colgado en el techo. Él te invita a voltear hacia arriba y reconocerte porque tiene espejos. Nosotros nos reflejamos en el entorno pero a veces no nos podemos ver tan fácil”.

Asimismo la pintora intervino una pequeña carpa a la cual en sus paredes exteriores le colocó flora nativa. En el interior, los textiles como raíces, penden del techo en tanto que en la base la arena puede marcar los pasos de quienes la transitan. Pero es el espectador quien decide entrar o quedarse fuera. Se trata de un viaje personal e intransferible.

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Lilia Ovalle
  • Lilia Ovalle
  • Socióloga por la Universidad Autónoma de Coahuila. Periodista desde el año 1999.
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